Sentado en la banca de un parque público, empece a cuestionarme (algo normal en mi). Me perdí en aquel cielo gris lleno de nubes, día triste, otro día simple y común, en este mundo sin razón. Sólo, sin nadie, sin algo.
Creo que llegue, a donde nunca quise llegar, a la monotonía. Mi vida es aburrida, las actividades que antes me parecían divertidas, ahora me resultan absurdas. Mis ideas, las considero tontas, sin sentido; mis amigos me abandonaron, hace mucho que no los veo.
La gente pasa, y ni siquiera se percatan de mi aburrida existencia. Pero hace apenas, algunos años, yo era, ese tipo de gente, la existencia de humanos no la percataba. Estaba tan ocupado de crear una vida interesante, que olvide ser social, olvide que tan importante era que el ser humano se desarrollara en sociedades, de todas maneras mi vida terminó siendo tan aburrida, que perdí las ganas de seguir viviendo.
Cuando me encuentro en estas situaciones, empiezo a decir y pensar muchas incoherencias. Por esta razón mi familia me consideraba una persona rara, una persona amargada. Aunque para mi fueron los mejores años de mi vida, me encontraba sumergido en la lectura, especialmente la poesía. Amante de conocer nuevos lugares, de asistir a eventos culturales, de soñar mientras mantenía los ojos abiertos.
Empiezo a recordar y llega la melancolía, llegan las ganas de regresar a aquellos tiempos. De niño no podía estar quieto en un mismo lugar, por mucho tiempo, y ahora llevo una eternidad sentado en esta banca pública, esperando a que mi vida se resuelva por si sola. No tengo ni la menor intención de solucionar mis problemas, esperare que todo cambie por obra y gracia del espíritu santo. Como me causa gracia, que al ser ateo, hago chistes religiosos, haciendo creer que también creo en alguna fuerza divina.
En estos momentos creo que no sirvió de nada leer demasiado. Empiezo a creer lo que mis tíos me decían: "entre más lees, mas cosas absurdas salen de tu boca". Hay recuerdo que de pequeño mis padres me incitaban la lectura, y durante mi adolescencia les molestaba que durmiera poco, por estar leyendo durante las noches. Pero al tener mucha energía, no encontraba una actividad más entretenida que la lectura, durante las noches no hay actividades interesantes, no hay nada por hacer. En las noches también solía mirara la luna, pensaba que al hacerlo obtenía respuestas a mis dudas existenciales; cuando veía la luna surgían miles de preguntas en mi mente, hacían eco dentro de mi interior, no podía dormir hasta darles una posible respuesta.

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El hombre de la libertad
SpiritualitéSiempre creí que la libertad no existía, lo sigo creyendo. Pero aquel hombre parecía estar seguro de lo que decía. Aquel hombre, era el hombre de la libertad.