Noches sin luna, días sin sol.

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El problema de mi corazón es que siente un vacío por dentro,
asemejándose a la oscuridad que se asoma cuando los rayos del sol se esconden detrás de mis hombros,
mientras el frío me adormece la respiración que se encuentra sumergida en discrepancias.

El mundo sigue derrumbándose y mi corazón aún no cree en sus sentimientos,
aunque eso no impedirá que un eclipse se interponga en esas pupilas brillantes que me erizan la piel,
lo que hace que la tierra se vuelva un lugar inhabitable,
la temperatura de mí cuerpo ascienda a excesivos grados
y mí garganta arda en fugitivas llamas.
Queriendo comprender las marcas que dejan las olas,
queriendo distorsionar nuestros intrépidos besos
que mueren de placer en dos dimensiones paralelas.
Deleitar las frecuencias que vibran las noches sin luna
para sincronizar el vuelo de las aves con la erupción de un volcán.

AUTOESTIMA RETORCIDA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora