Lady Emma Campell, hija y nieta de marqueses, a pesar de sus veintitrés años era la segunda vez que iba a Londres.
Se había criado en el campo, en Somerset, alejada completamente de la aristocracia londinense, donde sus maquinaciones y normas estúpidas no podían hacerla daño.
Huérfana desde que tenía dos años, fue criada por sus abuelos en la campiña inglesa, resguardada y protegida de las intrigas de la corte.
Prometida en matrimonio desde que tenía 5 años al conde de Aurbit no había hecho su presentación en sociedad al no tener necesidad de encontrar un marido.
En cambio, ahora mismo sentada en su carruaje, en el más estricto de los anonimatos, se dirigía a la ciudad de Londres a enfrentarse a su destino.
Tras dos años de soledad, después de la muerte de sus abuelos, estaba más que harta de las miradas de compasión que siempre le dirigían en la pequeña ciudad de Wintong, donde todo el mundo murmuraba a sus espaldas y susurraban sobre "la novia olvidada", apodo que debía de agradecer a su prometido, el cual nunca se había dignado a visitarla ni a reclamarla como esposa, después de todos estos años.
Pero estaba decidida a que las cosas cambiaran definitivamente, ella ansiaba un matrimonio y unos niños a los que pudiera llamar sus propios hijos y estaba harta de esperar a que apareciera el conde para hacerla su esposa.
Así que hacia tres días había decidido trasladarse a la ciudad a conocer a su prometido y si por un casual no le gustaba su forma de ser o su aspecto, estaba más que dispuesta a romper su compromiso, a pesar del escandalo que eso conllevaría y buscar un marido más adecuado a sus expectativas.
Había alquilado un pequeño coto de caza a las afueras de Londres y tomado el apellido de su abuela cuando era soltera, como medida de precaución, era mue importante para su plan que nadie supiera quien era en realidad.
Por fin el coche se detuvo delante de la casa, habían llegado a su destino, un lacayo se apresuro a abrirle la puerta y ayudarla a bajar, debía de ser Jimmy el hijo mayor de los señores Smhit, Jonas y Berta, los únicos habitantes del coto, tras hacer las presentaciones oportunas, Emma se dirigió a sus aposentos a descansar.
Al día siguiente empezaría con los preparativos para llevar adelante su plan.
Haciéndose pasar por una joven dama escocesa que había viajado a la corte a divertirse entre la aristocracia inglesa y habiendo contactado con las matronas adecuadas, en menos de una semana se encontraba introducida completamente dentro del circulo más selecto de la sociedad londinense.
Sus exquisitos modales y su natural altanería y nobleza le facilitaron las invitaciones necesarias para sus planes.
Aunque tras dos semanas, asistiendo a infinidad de actos sociales no había conseguido que le presentaran al condenado de su prometido, parecía que además de haberse olvidado de ella, también había desaparecido de la faz de la tierra.
Cada vez se encontraba más frustrada y desalentada, estaba tentada a tirarlo todo por la ventana y continuar con la siguiente fase de su plan, buscar un nuevo pretendiente.
Aunque sabia positivamente que se encontraba en Londres, para pasar la temporada con su familia.
El conde de Aurbit tenia fama de ser el mayor libertino de la ciudad, muchas damas se ponían coloradas solo con oír su nombre y no dejaban de suspirar, mientras que las matronas se alegraban enormemente de su ausencia, por miedo a que sus jóvenes inocentes hijas echarán por la borda su reputación a cambio de sus favores.
A Emma no le costo mucho descubrir que él vendía cara su presencia en los bailes de la alta sociedad, solo asistía al que su madre la duquesa de Aurbit organizaba en su casa y apenas permanecía unos minutos antes de desaparecer de nuevo.
Huía de cualquier cosa que pudiera llevar al casamiento; Emma frunció el ceño enfadada por su actitud. ¿Cómo demonios le iba a conocer sino frecuentaban los mismos ambientes?, se sentía frustrada y cansada de esa farsa que estaba interpretando.
Aunque pensándolo bien, tampoco se podía decir que había sido una perdida total de tiempo, había conseguido atraer el interés de diversos caballeros que estaban buscando esposa entre las debutantes de ese año, algunos cumplían sus exigencias como posibles maridos, pero había decidido darle una oportunidad a su prometido después de todo, así que ni alentaba ni desanimaba a sus otros candidatos.
Estaba tomando el té en casa de Lady Sthellan cuando escucho por casualidad que esa noche se estrenaba "La traviata" en el teatro real y la mayor parte de la nobleza asistiría al evento.
También se rumoreaba que el conde de Aubrit asistiría a la función dado que Margaret Bleming, la protagonista de la obra, era su última amante y no podría perderse su debut en Londres.
Emma sintió un cosquilleo en el estomago de anticipación ente la expectativa de conocerlo por fin y comenzó a jugar con su abanico en su regazo para disimular su nerviosismo. Por fin tendría la posibilidad de conocerlo, solo tenía que asistir esa noche a la función.
Su mente empezó a trabajar, necesitaba un palco para la noche, dudaba de poder encontrar uno en tampoco tiempo, pero aun así lo intentaría, se levanto y con la excusa de ir al tocador abandono el salón, fue a buscar a Jhon, su cochero y le mando directamente a ver a su abogado con el requerimiento de conseguir lo que deseaba, un poco más tranquila volvió a la reunión donde converso con las diversas damas de temas intranscendales hasta que pudo marcharse sin levantar comentarios.
(continuara ...)
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La Novia Olvidada
RomanceLady Emma Campell fue prometida al conde de Aurbit, pero este se había olvidado de ella dejándola en la campiña inglesa a cargo de sus abuelos, tras 5 años de ausencia, Lady Emma Campell decide ir a buscarlo a Londres donde se había convertido en un...