Cap. 45 Medio ilegales

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Evelyn

Ver a Zavier irse de la escuela era bastante horrible. Probablemente porque se sentía como si se estuviera huyendo de mí. Y también, tal vez, porque quizás esta gente no era la culpable de todos los problemas, en absoluto. Quizás lo era yo.

Y odiaba que él prácticamente tuviera que esconderse el resto de la semana, solo hacía los exámenes finales y agachaba la cabeza cuando terminaba. Y, siendo el chico tan listo que era, siempre terminaba de contestar más de doscientas preguntas en menos de quince minutos. Pero parecía que no podía concentrarme y, a veces, tenía que hacer los exámenes afuera.

Pero aun así, él todavía estaba en mi cabeza.

Los chicos seguían riendo y jugando. Pero después de la escuela, terminaba pateándoles el trasero mientras Zavier los pasaba de largo como si no le importara nada, usando los auriculares Beats sobre las orejas que lo ayudaban a escapar del mundo aunque fuera por un rato.

No habló con ninguno de nosotros tampoco. Solo dijo una o dos palabras o apenas asentía como saludando cuando pasaba. Yo seguía intentando hablarle, pero él seguía alejándome. Sólo quería saber qué era exactamente lo que le pasaba.

Era la noche del viernes, la noche del baile de Invierno Formal y yo estaba sentada en el sofá cubierta por una tonelada de mantas, cambiando de canal en canal en la tele.También tenía una botella de alcohol que había robado de abajo. He dejado de beber, pero al antojo se le dio por aparecer esta noche y realmente necesitaba un trago para dejar de pensar en ciertas cosas. Zavier, al igual que toda la semana, estaba encerrado en su cuarto. Y justo entonces yo quería olvidarme de él, aun así, a pesar de cada gota de alcohol, todavía pensaba en él.

Todavía estaba y siempre estaré estúpidamente enamorada de él.

Y me dolía que me alejara cuando solamente debería hablarme y dejarme entrar.

Ni siquiera salté cuando de repente la puerta se abrió y entraron mis chicos. Darrel gritó:

—ESTOY EN CASA. —Y caminó derecho a la cocina, para variar. Ian se rió de él, cerró la puerta suavemente y caminó hasta mí.

—Hola, Eve —dijo en tono amable y con una enorme sonrisa. Pero una vez que me vio y vio el desastre que era, su sonrisa murió inmediatamente—. ¡Darrel! Ven aquí, vamos a patear algunos...

—Ian, no —le dije, apenas encontrando mi voz mientras sollozaba y me sentaba.

Frunció el ceño y vino a sentarse a mi lado cuando le dejé lugar. Darrel entró con los cuchillos de cocina ya en sus manos, a pesar de que tenían algunas hojas y un poco de hierba.

—Estos son para los arbustos de afuera.

Ian lo despidió con la mano.

—Ahora no, vuelve y come algo.

—Oh, ¡gracias a Dios!

Una vez que Darrel se fue, Ian pasó su brazo a mí alrededor y me acurruqué cerca de él, descansando mi cabeza en su pecho. Exhaló y jugó con mi cabello para tranquilizarme un poco.

—¿Qué está mal, Eve? —preguntó y me hizo apretar los labios más fuerte.

—No hablará conmigo —gemí, sintiendo ya otra vez mi corazón romperse por lo que parecía la centésima vez esta semana. Los chicos no habían sido capaces de venir porque estaban con los exámenes pero me alegraba de que lo hicieran esta noche. Realmente necesitaba que me levantaran un poco el ánimo y sabía que estos tontos al menos me harían reír un poco. O también podía solo hablar conmigo y hacerme sentir mejor—. Siento que hice algo mal.

The bad girl and the good boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora