Empiezan de nuevo las clases, que flojera levantarse cada día de nuevo a las 7 de la mañana para ir a esa cárcel en la que enseñan materias que no me servirán en toda mi vida.
En fin, qué más da, al menos vería a mis amigas con las cuales nos divertíamos todos los días.
Me levanté, me lavé la cara y alisé mi cabello para luego cambiarme. Bajé a desayunar y mi mamá me esperaba con un café caliente y tostadas con queso y mermelada, mi desayuno favorito.
Terminé el desayuno, me cepillé los dientes, me puse un poco de delineador, máscara de pestañas y algo de labial color rojo no tan fuerte, si, siempre me gustó ir algo arreglada al colegio. Luego agarré mi mochila para darle un beso a mi madre y salir. Siempre me tomaba el bus, el colegio no quedaba tan lejos de casa pero tampoco tan cerca como para ir caminando. Aparte no teníamos auto.
A veces cuando estaba llegando tarde me tomaba un taxi, pero eso no pasaba casi nunca.
Llegué al colegio y me puse muy feliz de ver a mis amigas: Lara, Irina y Betty. Las cuatro siempre fuimos inseparables, nos contamos de todo y siempre estamos para cada una. Pero como siempre hay una con la que se tiene mucha más confianza y el vínculo es mas fuerte, esto sucedía con Irina. Con Irina nos conocemos desde que teníamos 8 años, ahora tenemos 16 y seguimos igual de unidas y compinches que desde esa edad.
Nuevo año, nuevos profesores. La misma rutina de todos los años, se presentaban, nos decían su forma de evaluar y nos hacían responder un cuestionario de preguntas como que te gusta de la materia, etc etc. Aburrido.
Fue un día normal, aburrido, como van a ser todos los que restan del año.
