Día 5

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No lo entendía.

Tenía el mapa. Había memorizado los trazados, pero no lograba reconocer aquel lado de la montaña donde se encontraba. Había ido a caballo, pero lo dejó para adentrarse un poco más y ahora no tenía idea de dónde estaba el equino.

La luna empezaba a despuntar y ya no tenía caso avanzar entre la oscuridad.

Nunca había sido bueno orientándose. Su padre siempre le enviaba junto a algún sirviente para que le fuese guía, inclusive en las zonas más próximas a su hogar. No era capaz de reconocer los patrones para identificar un lugar: el sol y las estrellas siempre daban vueltas a su alrededor sin ser capaz de ubicarles en el cielo respecto a la tierra.

¿Era eso algo malo?

La cigarras cantaban a la luna y el fuego que armó le reconfortó en cierta manera. Asió la mirada hacia el cielo estrellado y apretó la espada enfundada contra su pecho.

Tenía siempre la posibilidad de descubrir un mundo nuevo a su alrededor. De poder maravillarse cada día con todo lo que le rodeaba.

Esta noche era una bendición estar perdido entre cigarras, las estrellas y el viento dando vueltas entre las hojas.

Un día más para contemplar el cielo.
Un día menos para estar perdido.

Día 5: Sentido de orientación.

Un día más, un día menos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora