Día 3

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Se estaba dando muchas vueltas, lo tenía más que claro. Había ido al pueblo y no se aguantó a comprar aquello, sentía que todo le gritaba que tenían un dueño que se deleitaría con ellos.

Al regresar a la residencia Tachibana lo buscó por todo el lugar hasta que dió con su paradero: en el dojo se encontraba practicando junto a su padre.

Ya no tenía vuelta atrás, no podía llevarse y esconder lo que había comprado, por lo que a un costado de la puerta dejó el pequeño paquete y se alejó rápidamente.

Más tarde ese mismo día, encontró junto a sus utensilios de caligrafía una pequeña nota.

"Un pequeño escurridizo dejó unos pastelillos –que espero– eran para mí. Temo que se sientan solos en mi mera compañía.
¿Le importaría compartirlos con un té? "

Jamás se había sentido tan dichoso por unos pastelillos.

Día 3: Comida.

Un día más, un día menos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora