Lo que el hielo oculto: advierte.

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Capítulo 12

Lo que el hielo oculto: advierte.

En la madrugada, sentía una mano en mi cara, después unos labios besarme la frente.

—Te amo Lauren. —La voz de mi mamá salió de la oscuridad.

Temía abrir los ojos porque no quería que se fuera, la quería allí, en mi cuarto, dándome el cariño que de día no me daba porque estaba castigándome, de alguna forma, por amanecer fuera de casa. Esos recuerdos me harían fuerte después.

Ese sábado me dirigí a la casa de Tania, a las tres de la tarde, Warren la estaba visitando también. Nos sentamos en la sala de su casa después de que me dijera que hiciera silencio porque su mamá dormía en la habitación.

—¿Te gusta hacerme bromas? —Le pregunté.

Ella me miró con el ceño fruncido.

—¿Bromas?

—¿Nada te llega a la cabeza?

Me miró a los ojos por un rato, tratando de descifrarlo.

—En serio no sabe de qué le hablas. —Me contestó Warren—. En serio que no.

—¿Dónde estuviste el último jueves de febrero?

—Salimos a un bar. —Warren dijo.

—Estaba hablando con ella —le sonreí sarcástica.

—Es la verdad. —Se alzó de hombros ella—. ¿Te pasó algo?

—No. —Me peiné el cabello hacia atrás—. Chicos, debo irme.

Tania se levantó, y me acompañó a la puerta.

—Cuídate —me dijo tranquila.

Asentí y después salí. Andaba con mis patines en la mochila, pero entonces tenía un poco de miedo, y por más que deseaba sentirme ligera mientras me deslizaba por el hielo, el recuerdo de la vez pasada seguía muy vivo, y aun no estaba muy segura si había sido real o si solo había sido mi imaginación.

Tomé un autobús a casa. Al llegar me senté frente a la puerta de salida, que estaba cubierta solo con un poco de nieve porque había puesto el paranieves encima de la puerta para evitar quedarnos encerradas de nuevo por la nieve. Con mi celular llamé a Rosemary para que viniera a mi casa, que la necesitaba porque moría del aburrimiento.

Quince minutos después el auto de Vladi se parqueó en frente de mí, Rosemary se bajó y Vid le siguió. Segundos después Vladi salió con una neverita.

—Vinimos a hacerte una fiesta mi amor. —Vid me besó frente a mi casa, agarrando mi cara y haciendo que me pusiera de puntillas. Cuando me soltó miré a la casa de Roger, su camioneta estaba afuera, pero a él no le veía.

Les sonreía a los tres.

—Bien, ¿entramos? Mamá está adentro, está organizando su habitación pero pueden saludarla.

—No, después. —Vid se sentó en el jardín delantero, que estaba cubierto de nieve, de la neverita sacó una botella de cerveza negra.

Vladi encendió la música de su auto, un tipo de rock contemporáneo. Rosemary cabeceó al ritmo de la música y se sentó al lado de su hermano. Yo me acerqué a Vladi, quien estaba recostado de su auto con una botella que Vid le había lanzado.

Crucé los brazos.

—Hola.

Vladi se dio un trago largo de la cerveza.

Lo que el hielo ocultóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora