Capítulo 10:
Lo que el hielo ocultó: asusta; el conejo en el lago.
—Déjame ver tus hombros. —Se sentó en el sofá.
Me quité la suela que los cubría, quedándome solo en una franela y mis pantalones caquis.
—¿Ya estás feliz mi amor? —Me senté a su lado, el pasó su brazo por mi hombro.
—Siempre estás tan abrigada. —Se quejó.
Me reí. Él siempre estaba tan abrigado igual, incluso lo estaba en ese momento. Pero como sea, en la sala de operaciones tuvo chance de verme la piel, y yo no a él.
Se echó hacia delante y cogió uno de los pretzel. Después tomó otro para mí. Yo tomé mi taza de té.
—Esta tormenta es horrible —pensé en voz alta mientras soplaba el té. Roger lo bebía como si no estuviera caliente.
Miré el líquido marrón por unos segundos. Lamentablemente, mi mente no estaba en paz. Estaba pensando en Vid, que tenía problemas, que yo había hecho que los problemas volvieran, ¿Qué tipo de problemas?, ¿psicológicos? Eso no me había dejado dormir en las noches. Yo no quería ser la causante de que él estuviera mal aunque haya actuado así con Vladi.
Tal vez era algún tipo de depresión crónica, desorden de la personalidad, algo raro, algo inusual que no puedes detectar a simple vista.
—¿Qué tienes en el brazo?
Me miré el brazo, tenía un pequeño moretón no muy notable en mi piel.
—Nada. —Me alcé de hombros.
—¿Segura?
Lo miré a los ojos, después bebí el té y me quemé la lengua. Suspiré.
—Un chico me sostuvo los brazos de una manera brusca. Sí, sé que mi piel es difícil ver ese tipo de contusiones, pero se me marca todo, —Me reí—, no fue tan malo como parece, era un juego.
Él estaba serio, mirándome.
Dejó la taza en la mesita del frente.
—¿Un juego dices?, ¿Por qué te sostuvo así?
—Para que otro me besara. —Desvié la mirada.
—¿Quiénes son esas personas? —Lucía consternado, como si fuera a tomar cartas sobre el asunto, pero de alguna forma sentí que decirle quien había sido no era buena idea.
—Ya no importa. No lo volverán a hacer.
También dejé la taza de lado.
Solía sentarme en sus piernas, a veces a horcajadas, otras solo para que me abrazara. Me sentaba en sus piernas y le besaba el cuello, la quijada, las mejillas, los labios, era un momento muy especial para mí, muy íntimo que creamos.
Yo no estaba lista aun para tener ningún tipo de contacto sexual, como de desnudarme frente a él, o que él lo hiciera frente a mí.
Roger era muy astuto, porque él no me presionaba tampoco. Simplemente acariciaba mis muslos mientras yo le daba cariño, o sus manos más debajo de mi cintura, como si no se diera cuenta de donde tenía sus manos; pero si lo sabía.
Siempre fue cariño. Todos mis besos, la forma en que yo encajaba mi cuerpo en el de él a pesar de nuestros pantalones acolchados para el frío o la cantidad de jackets o abrigos encima. Mi cuerpo encajaba, como un rompe cabezas.
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Lo que el hielo ocultó
Misteri / ThrillerRoger Bernard es cirujano, un hombre atento, tranquilo, y que para sorpresa de Lauren, vive casi al frente de la nueva casa en la que ella y su mamá se mudaron. Él es más que un rostro llamativo, es misterioso y tiene cara de que guarda secreto...