Mi reloj marca las 7:30 am exactamente 30 minutos después de que salí de casa, tomé mi transporte habitual para ir a clases con ciertas diferencias, es el primer día de mi ultimo semestre y las cosas se han puesto mas difíciles gradualmente y no me refiero únicamente a los estudios -mi nombre es Kakyoin Noriaki y vivo en el sector centro norte de la ciudad- fui transferido hace relativamente poco por razones familiares, así que prefiero irme preparando para la clásica presentación forzada tan pronto asista a la nueva institución educativa; llevo caminando cerca de 10 minutos mientras me guío por los letreros para localizar el sitio donde debo realizar el último transbordo.
-Debería arribar en 15 minutos si todo sale bien- con precisión cronométrica el metro llegó presuroso, estaba haciendo fila para mantener el orden de entrada y salida del flujo de gente, de un momento a otro y como si su vida dependiera de ello, toda la gente parada detrás de mi empezó a moverse al unísono, no acostumbraba tomar rutas tan concurridas, por ello se me hacia confusa la situación en la que me encontraba, arrastrado por un río de gente entré a tropezones por la puerta y buscando desesperadamente algo de espacio vital termine replegándome hasta el fondo del bagón, junto a una gran ventana y es justo a través de ella que encontré a un muchacho con la mirada perdida, uniforme llevado de manera indebida y una estatura peculiar.
En el bagón que le sigue al mío se podía ver a través del cristal al muchacho, tenía una expresión intimidante, se sostenía desde el lugar mas alto de las agarraderas con una mano y la otra se encontraba oculta en el bolsillo derecho de su pantalón, quizá teníamos la misma edad, aunque fuese poco probable, asistiríamos a la misma escuela, lo supe porque reconocí su uniforme a pesar de las arbitrarias modificaciones que se le habían realizado.
Las personas podemos sentir cuando estamos siendo observados, ese muchacho no era la excepción, giró lentamente su rostro hacia mi y con el ceño fruncido me dedicó una mirada de reproche a lo que, por mero instinto, contesté levantando una ceja en señal de total repulsión, a pesar de no acostumbrar reaccionar de esa forma por mi parte, contrario a lo que me imaginé el sujeto en cuestión no pudo evitar evidenciar la indignación en sus facciones, sacando la mano del bolsillo y señalándome con el dedo anular hizo una señal sobre su cuello que obviamente hacia referencia a que yo seria "hombre muerto", mis labios tomaron una amplia sonrisa pigmentada de cinismo negué con la cabeza y dejé de prestarle atención para hacerlo enojar aun mas.
Decidí que ya había sido suficiente y de nuevo vi hacia la ventana, sin embargo la persona que esperaba encontrar ya no estaba al otro lado del cristal, fue para entonces que caí en cuenta que esta era la parada donde debía bajarme, después de abrirme paso a empujones y disculparme con las personas a las que posiblemente agredí en mi camino salgo en el último segundo antes de ser atrapado por las puertas del metro, las cuales se cierran violentamente tras mi espalda.
-Por poco y termino partido por la mitad- después de ver la hora y confirmar que aún me quedaba suficiente tiempo para llegar a tiempo a clases me decido por pedir direcciones a un grupo de estudiantes que se encuentran charlando ruidosamente a casi dos metros de distancia de mí, luego de asegurarme que entendí todas las indicaciones que me dieron, me despedí agradeciéndoles de ante mano para poder seguir con mi camino.
Salí de la estación y con las referencias que me dieron logré encontrar mi rumbo sin mayores complicaciones, el plantel es enorme y los estudiantes lucen como cualquier joven de preparatoria, sin embargo puedo sentir las miradas sobre mí, no es novedad, mi cabello es de un color llamativo por así decirlo, casi agradecí cuando sentí que las miradas dejaron de perseguirme, no obstante esa sensación de libertad se desvaneció tan pronto localicé el foco de atención que enloquecía a las mujeres a mi alrededor, el tipo que vi en el metro, tal parece que eres todo un galán, aunque no entiendo por qué con esa cara de desagrado perpetuo que te tiene el ceño más marcado que las arrugas que se forman en la parte posterior de tu chaqueta.

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Cartas de amor en anonimato.
FanficDos jóvenes de 17 años se encuentran frecuentemente en la misma linea de transporte cuando van a la escuela, dando inicio a una extraña forma de comunicación no verbal comienzan a adentrarse en un juego mutuo, juntos descubrirán la vida del otro en...