10. Puedes Llamarme

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— Yo... Creo que debería irme. — Escuchó como Mina hablaba tan bajo que a duras penas logró oírla.

Con una mano tallaba su brazo, cosa que hizo notar a Nayeon, que estaba algo incomoda y sobre todo nerviosa.

— No, por favor quédate. Hice algo de cenar, supongo tendrás hambre. — Ofreció la mayor entre las dos mientras se quitaba el mandil apresuradamente e intentaba acercarse a su alumna para convencerle de quedarse a comer. — Además, necesito que me expliques que ocurrió con esas personas...

Mina la miró con desconfianza, pero el retumbar en su estómago la hizo sonrojarse y aceptar la comida, sentándose lentamente en una de las sillas de la mesa central. Aprovechando que ésta finalmente había accedido a acompañarle, corrió y sirvió lo más rápido que pudo las porciones adecuadas en ambos platos, para así iniciar a comer.

Nayeon inició cortando un poco de la carne mientras los combinaba con las demás guarniciones que le acompañaban, haciendo ver su plato todo un desastre por la revoltura de la comida. Sin embargo, le sorprendió la forma tan elegante y refinada de Myoui al comer, incluso alzaba el dedo meñique con el que tomaba su tenedor a la hora de meterselo a la boca. La castaña para no quedarse embobada mirando tal calma en su menor, carraspeo su garganta y así llamó su atención.

— ¿Podemos hablar sobre lo que ocurrió? No quiero que tus padres estén preocupados. — Le habló tratando de trasmitirle calma, sin embargo le fue imposible no notar la forma en que irónicamente Mina había sonreído.

— De ellos no tiene por qué preocuparse, profesora, ellos no viven aquí. — A su mente le llegó el recuerdo de lo que sus compañeras  de trabajo habían dicho sobre algo similar.

"Vive sola y tiene al director amenazado si le pide esas tonterías de permisos de padres para aceptar ciertas cuestiones. Dicen que sus padres no la cuidan ni la quieren, pero irónicamente siempre están al pendiente de ella"... Era lo que le habían dicho.

Trató de no pensar en eso, creyó que no era lo que importaba por ahora.

— Bien, pero aun así debes tener algún tutor o a alguien que pueda reaccionar ante estas situaciones. ¿A quién podría haber llamado si te encontraras peor?

— Profesora, yo le pedí que me llevara a casa antes de venir aquí. Agradezco su preocupación, pero por ahora, debo ver las cosas yo sola.... O al menos siempre ha sido así. — Sonó algo melancólica, su mirada se había oscurecido, y aunque no mentía en sus palabras Myoui sabía cómo enternecer perfectamente el corazón de su mayor. — Pero volviendo al tema, creo que nunca debo contestarle a alguien que te quiere saltar, aprendí la lección.

Rió mientras mentía descaradamente. Mentira que, nuevamente, Nayeon se comía sin ninguna sospecha. Aunque era cierta la parte de que desde muy pequeña tuvo que ver por sí sola para salvarse el pellejo.

— Debe tener más cuidado, señorita Myoui. — Reprendió, sin querer sonar tan dura. Le remordia la conciencia ver que su alumna aún tenía una par de golpes y hematomas notables en su cuerpo.

— Lo sé, solo creí que podría evitar que me robaran... Al menos lo logré. — Volvió a reír contagiando ligeramente a la coreana.

El silencio reinó y aprovecharon ambas para terminar de comer. Luego de un rato, Nayeon se ofreció a llevar a la menor au casa, quien luego de tanta insistencia ante su rechazo, aceptó con un poco de timidez. La mayor no quería dejarla sola, sentía que sí lo hacía algo malo le pasaría así como lo había visto en el callejón. Sin embargo, no estaba en su poder, no le incumbia, y eso le daba impotencia principalmente porque detestaba ese sentimiento preferente ante Myoui sobre todos sus demás alumnos.

Porque lo admitía, había algo en la japonesa que le atraía. Tal vez su interés en su clase, porque en verdad notaba su esfuerzo y lo reconocía, a la vez que entendía su sentir de querer superarse y ser mejor. Pero ahora que conocía esa parte de ella, dónde reafirmaba ser autónoma y vivir solo de ella, parecía tener como un imán que no hacía más que atraerle.

Al llegar a la ubicación dada por la menor, estacionó el auto. Mina estuvo a punto de bajar sin decir nada, hasta que la voz de su profesora la detuvo.

— Señorita Myoui... Si en algún momento necesita de algo, cualquier cosa, no dude en acercarse hacia mí. — Nayeon tomó de la guantera un lápiz y una pequeña nota, donde escribió una serie de números y su nombre acompañado de su profesión. Cosa que Mina al notar de lo que se trataba se hizo la avergonzada, aunque por dentro, estuviese sonriendo triunfante y algo cínica. — También si tiente dudas de clase puede llamarme. Respecto a las clases extra, tenga por seguro que pronto abriré un salón.

Sonrió tiernamente Nayeon, pensando que todo se trataba del instinto materno que poseía, y que tal vez, Mina provocaba en ella. Tal vez simplemente la veía como alguien a quien debía cuidar después de saber que estaba sola.

— Muchas gracias profesora... Por todo. — Tímida, Mina bajo del auto y antes de cerrar la puerta, se despidió gentilmente.

Subió hasta llegar a su piso, con el papel que había recibido en su mano derecha tratándolo cuidadosamente. Era un verdadero trofeo.

Al llegar a su departamento, notó que no estaba con seguro como lo había dejado antes de salir. Suspiro con el mal presagio de que fueran nuevamente los malditos pandilleros, y después de entrar lenta y con mucha cautela, descubrió a su mejor amiga sentada en el sofá mirándola con una sonrisa de oreja a oreja.

— Sabes, creí que esa profesora sería más difícil luego de que tus clases particulares "privadas" fueran también para todo el grupo. — Se burló la japonesa más grande, haciéndole soltar una carcajada a Mina a la vez que se sentaba a su lado luego de dejar sus cosas tiradas por quien sabe donde. — Pero ya veo que no fue así, y al parecer, fue algo muy salvaje.

Decía refiriéndose a sus heridas y vendas por todo su cuerpo. Sana desde la ventana pudo ver a su amiga descendiendo del lujoso auto de, quien pudo notar, su maestra de matemáticas.

— Me hubiera encantado que todo hubiese terminado hoy, ella es algo difícil aunque parezca sencilla. — Tomó el líquido de la lata que Sana tenía en su mesa frente a la gran pantalla, soltando un jadeo por el montón de gas que la invadió por tan solo un sorbo. — Pero al menos, conseguí algo mejor.

Entre sus dedos, mostró ese papel que la coreana le había entregado, por lo que Sana al mirarlo se quedó asombrada. Mina no tardó en contarle cada detalle sobre lo que había ocurrido ese día, desde la llamada de su padre, hasta la emboscada de los Kkangpae, y con ello el rescate de su hermosa profesora. Al final de todo, Sana sabía desde hace mucho en lo que su padre estaba metido, y por lo mismo, confiaba mucho en ella.

— Aún te queda mucho que recorrer, amiga. — Se burló refiriéndose al tema de la apuesta, cosa que hizo reír a Mina también.

— Tal vez, pero aun tengo tiempo. Chaeyoung esta en la palma de mi mano, solo debo llamarle y decirle que nos veamos. — Arrogante se acostó en su sillón, a lo cual Sana aprovecho a colocar su cabeza en el regazo de la menor, y ésta con su mano acarició su sedoso cabello. — Pero tú, no veo que estés avanzando ¿eh?

— Al igual que tú, tengo a la profesora Hirai en mi mano. Con las demás aun no he podido hablar, pero ya verás, todo con calma.

Y como si el destino decidiera estar a su favor, sintió su teléfono vibrar. Al abrir la aplicación vio el mensaje, y al leerlo, no pudo evitar lamerse los labios con mucha sensualidad. Incluso Mina, sintió un ligero cosquilleo en su estomago con excitacion al ver su mirada.

Profesora Hirai 💕:
Te veo mañana en la noche, sigue esta ubicación.

[Han mandado una ubicación]

Please, Teacher || MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora