Capítulo 2

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Día de Bom

2 de septiembre...,

día en el que se decide mi maldito destino. La familia Mei es como un mueble viejo, sostenido por las débiles patas de sus anticuadas tradiciones. Desde que se originaron las modificaciones de género, todos los descendientes Omegas de la familia han sido colocados con una pareja Alfa a partir de que su género se hace evidente. Se dice que los Omegas Mei son extraordinariamente fértiles y que tienden a procrear Alfas en su mayoría, por lo que son muy cotizados en las entrevistas matrimoniales. Mi madre es una Beta, la desgracia de la familia, quien termino como madre soltera porque, para mis abuelos, no había mucho que un marido pudiera apreciar en ella; para mí, en cambio, no existe peor mierda que un bastardo que embaraza a una chica y la abandona a su suerte. Desde que comencé a desarrollarme dejé crecer mi cabello para ocultar las facciones finas de mi rostro, empecé a utilizar ropa holgada para cubrir mi cuerpo firme y delgado de los ojos de mis tíos y de mis abuelos. Después de todo, aún conservo la esperanza de ser un Beta como mamá, para que nadie venga a valorarme por lo que mi cuerpo representa. Sé que no puedo ser un Alfa, mi falta de musculatura y pequeña estructura lo hacen evidente, pero preferiría no descubrir mi género jamás. ¿Llevar una muestra hoy a clase? Ni pensarlo. Salgo de casa con nada más que la determinación de ser un indefinido yo hasta que me muera, eso y mi cotidiano yogurt para el almuerzo: «Si la vida pudiera ser así de dulce».

Eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora