Salí de allí tambaleándome, sin poder dejar de mirar la pantalla del televisor. Salí lo más rápido que pude, pensando una y otra vez "tengo que ir. tengo que ir. tengo que ir. tengo que verle."
Era lo único que pasaba por mi cabeza y no pensaba con claridad. En cuanto noté el aire gélido rozar mi piel eché a correr y no hice caso a nada más. Escuchaba mi nombre a mis espaldas pero no me importó. No me importó una mierda.
Tenía los ojos bien abiertos, humedecidos, pero no estaba llorando. Tenía la respiración agitada y tenía un frío que te cagas. En mi cabeza se repetía una y otra vez la imagen del autobús, completamente destrozado. Ni siquiera sabía por dónde estaba yendo, y tuve suerte de que no me atropellaran, pero desde luego sabía a donde estaba yendo.
Escuchaba los coches pitándome, en la distancia. El bar de tortitas estaba a cuarenta minutos andando, pero en aquel momento no me detuve a pensar en eso. Y estoy segura de que si alguien me hubiera ofrecido llevarme en coche, ni siquiera me hubiera detenido a escucharle.
Seguía corriendo, sin parar ni un segundo, sin pensar, sin llorar, sin escuchar nada más que el ruido de mis zapatos contra el asfalto.
Las imágenes de Taehyung y yo riendo se reproducían en mi cabeza como si estuviera viendo una película; como si no fuera mi vida eso que estaba recordando, y como si ese chico no fuera mi puto mejor amigo.
Ya lo veía. Veía el bar; veía el teatro, y veía el autobús. Luces parpadeantes se amontonaban alrededor y no hacía más que escuchar sirenas, cada vez más cercanas.
Y cuando aflojé el ritmo comencé a darme cuenta de todo. Ni siquiera me había detenido cuando empecé a sollozar, cuando las lágrimas salieron de golpe, sin manera de detenerlas. Cuando me di cuenta de lo que realmente estaba pasando, y de que yo era la protagonista de la película que veía en mi cabeza; y de que ese chaval era Kim Taehyung.
No me importó nada ni nadie, salvo el hecho de que Taehyung estaba muerto.
Me temblaron las piernas y mis rodillas chocaron contra el gélido suelo, mientras lloraba y sollozaba sin importarme que me escucharan.
"joder. joder. joder. joder" pensaba una y otra vez, sin poder parar; sin poder detener mi llanto.
Escuché algo caer contra el suelo a mis espaldas, pero no le di importancia y no abrí los ojos. Apreté los dientes con intención de endurecerme y parar de llorar, mas no funcionó.
No podía abrir los ojos. Me decía a mi misma que lo hiciera, pero no podía. Solo veía negro pero, desgraciadamente, a la vez lo veía todo.
Noté unos brazos rodearme, intentando levantarme, pero me aferré al suelo. Escuché mi nombre. Era Jeon, pero en aquel momento ni siquiera me di cuenta.
Comenzó a gritar mi nombre, cada vez más fuerte, intentando que le mirara a la cara.
"¡¡DÉJAME EN PAZ!!" le grité, aún sin mirarle. Sollocé de nuevo y él pareció rendirse. Me abrazó, y hundí el rostro, húmedo y lleno de incesantes lágrimas en su chaqueta.
⚘
Él último coche de policía que quedaba pasó a nuestro lado y nos quedamos completamente solos. Ahora sólo quedaba un siniestro y fúnebre silencio. Para entonces yo ya había abierto los ojos, y había dejado de llorar.
Mirábamos al vacío, sin decir una palabra. Tenía los ojos cansados e hinchados, me dolían las piernas, hacía un frío del carajo y era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera Taehyung. Y aun así, no quería moverme.
Jungkook no dijo nada, ni siquiera insistió en que nos fuéramos. Simplemente se quedó allí conmigo, y eso significaba mucho.
Justo una semana después fui al bar de las tortitas. Joder, odiaba que ese olor grasiento de aquel asqueroso bar me recordara tanto a él. Deseaba que el olor de las flores, o de la mañana, o de un dulce me recordara a él; pero no, tenía que ser ese mugroso olor. Me resultaba irónico.
Encargué dos raciones de tortitas de plátano para llevar, y mientras esperaba me fijé en el televisor de la pared, y en lo mucho que se parecía al de aquella cafetería.
En las noticias informaban del accidente y decían que tuvo lugar debido a una distracción del conductor, aunque aseguraban que no había allí ninguna radio ni un teléfono móvil que pudiese distraerlo.
Y entonces recordé lo que me dijo Taehyung sobre el conductor la primera vez que nos subimos en aquel bus.
"Lleva escuchando los partidos en la radio durante años, y nunca ha tenido un accidente. Está más pendiente de lo que parece."
Seguro que le quitaron la radio, por "más seguridad"; y pasó lo que nunca había pasado.
Dejé de mirar la tele; no quería pensar en el accidente.
Cogí las tortitas, salí de allí lo antes posible y me subí al bus. Se detuvo tras unos quince minutos de incesante traqueteo y bajé. Caminé con paso decidido, con la vista al frente, intentando que ninguna lágrima se escapara de mis ojos, a pesar de que ya los notaba humedecerse.
Me detuve al llegar. Tomé aire y solté un suspiro cansado. Me senté en la hierba que había a mis pies. Estaba húmeda y fría.
Saqué las tortitas de la bolsa y puse uno de los platos sobre el frío mármol frente a mí. Una gélida corriente de aire frío me heló los huesos, e hizo sonar las hojas de los árboles,
arrastrando consigo también las que se amontonaban alrededor de las lápidas.
— Bueno...¿cómo te va por ahí arriba? — dije. — Supongo que bien, eres muy bueno. El mejor, de hecho. — añadí, con una risa suave, cargada de melancolía, mientras sonreía, en un frustrado intento de controlar mis lágrimas.
— Estos días han sido una mierda, la verdad. — dije mirando el plato de tortitas, removiéndolo con el tenedor, sin apetito alguno. — Te echo mucho de menos Tae. Ojalá pudieras volver, joder. Vaya putada esto de la muerte, ¿eh? — espeté riendo mientras, irónicamente, salían lágrimas de mis ojos.
— No voy a olvidarte. Nunca. Eres increíble, tío. — cerré los ojos con fuerza.
— Te quiero más que a nada, Kim Taehyung. Te quiero un montón. — dije, mirando su nombre grabado en la lápida.
— Oh, y, nunca te lo dije, pero... creo que me estaba enamorando de ti.
"La próxima vez que nos veamos, te lo diré, te lo prometo."
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Cigarettes in a Book ❀ jungkook
Fiksi Penggemar❝ Ese chico parecía tener un corazón de oro, cuando en realidad lo tenía encerrado en un cofre sin llave. ❞