Kyu y Wook

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Ryeowook escucha el llamado a su vuelo desde la cafetería. Da un último sorbo al té de menta que esta bebiendo. Le encanta sentir el sabor de la menta en su boca. Humedece sus labios con su propia lengua, toma sus cosas y sale presuroso corriendo hasta llegar al avión. Le muestra el boleto a la azafata con una sonrisa de amabilidad y ella se pierde entre la sensualidad de su boca y la ternura de su rostro, él vuelve a humedecerse los labios con su lengua mientras empieza a arrepentirse de no haber comprado un humectante y ni siquiera es consciente del efecto que ese simple gesto causa a la azafata. Torpemente lo guía hasta el área restringida de la primera clase y le indica su asiento, él vuelve a sonreírle y ella siente que algo empieza a calentar su pecho, ella no sabe que ver, si sus labios carnosos y húmedos, o sus ojos, o el cabello negro deliberadamente desordenado, o sus piernas, gruesas y firmes.

Ryeowook piensa en absolutamente nada mientras camina hasta su asiento, su mente está tranquila, su corazón late normal, su piel esta tibia y sus manos frías. Nada puede alterar el curso de ese aburrido y cotidiano vuelo. De pronto todo lo que giraba con rapidez se detuvo, como un chasquido que paraliza todo, el aire se detuvo, la gente se congeló, el sonido se apago y su corazón explotó cuando miró a la persona que ocupaba el asiento al lado suyo. Su mente se tropezó tratando de pensar en algo con rapidez mientras el aire se le atora en los pulmones, siente el labio inferior temblar y algo que estruja bajo su estómago.

Era él.

Sonríe y se vuelve a humedecer los labios. No sabe como actuar y se queda ahí, esperando a que algo lo haga mover, pero no quiere moverse, porque si lo hace, se sentaría sobre las piernas de él, pondría sus manos tras su cabeza y acariciaría ese sedoso cabello marrón, desabotonaría esa bonita camisa celeste y lamería el pecho dejándose guiar por su lengua hasta donde ella lo lleve. El perfume Loewe golpea su nariz como un puño y él siente que está a punto de estallar. Quiere decir algo pero no sabe qué decir, al fin y al cabo se supone que todos los sueños e imaginaciones eran íntimos y secretos. Además nunca se han dicho nada, ni siquiera un hola o un "buenas noches" por mera cortesía. Va a actuar como lo ha hecho durante el último año, evadiéndolo, pero el hecho de tenerlo ahí abre una enorme ventana de posibilidades para poder entablar una sencilla conversación. Va a decir algo cuando  la amable voz rasposa y firme le habla. Y no le dice cualquier cosa, le dice su nombre, ni siquiera su nombre, le dice su apodo y no solo es que le haya dicho su apodo, sino es el tono de voz, con confianza y familiaridad, como si siempre hubiera pronunciado su nombre, pero es imposible, hasta hace cinco segundos nunca habían cruzado palabra alguna. Y no sabe porque al escuchar su nombre, su boca reaccionó de una manera incontrolable respondiendo la cosa más absurda que jamás se hubiera imaginado responderle. Pero cuando lo hace, el hombre se pone inmediatamente de pie y se para frente a él. El movimiento hizo que el mundo cobrara vida y todo volviera a la normalidad y es ahí cuando el sonido de su propia voz llega hasta sus oídos.

-Kyu

Kyuhyun da un paso a él y sonríe con travesura, sus manos tiemblan pero no tanto como su corazón, porque no tambalea ni late presuroso, tiembla de la emoción de haberlo encontrado, ahí, dos segundos después de haberle lanzado una secreta despedida porque se había dado cuenta de lo patético que había sido al fijarse, por no decir enamorarse, de alguien a quien jamás habló pero a sus ojos fue perfecto. Y como si el cielo se hubiera apiadado de él, lo pone en el mismo lugar un instante después.

Kyuhyun lo ve a los ojos. Esos ojos negros que tanto le fascinan y lo ve humedecerse los labios y su mirada se clava ahí, es esa boca pequeña y sensual y sin saber lo que hace, lo toma de la cintura y lo pega a su cuerpo y con la otra atrae su cabeza hasta tenerla a escasos milímetros. Sus labios tiemblan y Ryeowook ni siquiera ha reaccionado. Y cómo hacerlo si hacía un minuto su vida era normal, sin nada extraordinario, porque lo que había sido extraordinario se había quedado en el elevador de su antiguo edificio. Y ahora el hombre con quien había fantaseado durante casi un año lo estaba abrazando, y que decir abrazando, lo estrujaba en sus brazos y así de cerca olía mejor de lo que había imaginado.

Kyuhyun no está analizando ninguno de sus movimientos, solo siente su aliento cerca de su boca y su cintura bajo sus manos. Ryeowook no quiere que se quede ahí, esperando otro año para poder besarlo, quiere que le bese y lo quiere ahora. Pasa una última vez la lengua sobre sus labios y a Kyuhyun eso lo invita a que lo bese.

Es una total locura. ¿Cómo podría besar a alguien con quien jamás ha hablado? Pero para ellos no hay necesidad de las palabras, ya han esperado lo suficiente y el beso era algo que simplemente tenía que pasar.

Ryeowook se aferra a él y entrelaza sus manos en la cintura de él y siente una cintura fuerte y firme. Todo está bien, todo es perfecto, hasta que la voz del capitán les indica que deben de sujetarse, pronto despegaran.

Kyuhyun lo toma de la mano y lo acomoda en su lugar, da un dulce beso sobre su nariz y le ve a los ojos. Sonríe con picardía antes de volver a besarlo. Ryeowook entrelaza sus manos y lo ve a los ojos. Debería de tener un poco de dignidad y avergonzarse por lo que está haciendo, pero no puede, no cuando se da cuenta que el hombre con quien estuvo fantaseando durante un año lo deseaba igual que él. Lo primero que dicen cuando están en el aire son sus nombres y finalmente hacen esa presentación que debieron hacerse el mismo día que se vieron a los ojos. Hablan de lo tontos que han sido y empiezan a conocerse, hablan mucho y cuando el avión aterriza, Ryeowook cree que ya no podrá dejarlo ir. Se da cuenta que Kyuhyun le pertenece y antes de que le pida que se quede un poco más, Kyuhyun lo hace. Le dice que quiere saber más de él, que quiere más de él y finalmente le dice que lo quiere a él.

Para sorpresa de ambos, los dos trabajan para el mismo cliente y se dan cuenta que han compartido el mismo circulo social desde hacía años y que conocían a muchos de sus antiguos clientes, cuando Ryeowook empieza a adormitar en el sillón de la pequeña casita que Kyuhyun rentó en Lima, se da cuenta que era su destino.

Tuvieron demasiado trabajo que hacer y aunque siempre buscaran alargar el tiempo a solas, siempre habían improvistos que los separaban en el momento justo que las cosas empezaban a calentarse. Pero eso no les molestaba, ambos sabían que tenían responsabilidades que responder.

Una tarde, una semana antes de que todo el trabajo terminara, Kyuhyun necesitaba ducharse y no se percató que Ryeowook ya estaba en casa. Se desvistió y tomó una toalla, caminó hasta el baño cuando escuchó la ducha abierta. Abrió la puerta y todo lo que vio lo dejó libido.

Cuando Ryeowook gemía junto a la boca de su hombre, se dio cuenta que no le bastaría ese momento y sin importar lo que pasara en el exterior, arrastró a Kyuhyun hasta la cama y lo amó.

Dejó que su lengua lo guiara y sus manos exploraran ese cuerpo moreno del hombre que lo había hecho soñar. Podría hacerlo todo el día, toda la vida y ese fue el inicio de una increíble vida sexual. La mejor que Ryeowook había tenido.

Siete meses después ambos se prometieron amor eterno frente al juez en una fiesta que compartieron con sus amigos. Dos días después se habían mudado al mismo edificio donde todo había comenzado. Y cada noche Kyuhyun amaba a Ryeowook con deseo y pasión.

Sí contaran historias extrañas de amor, ellos podrían decir que tenían la mejor, que Kyu y Wook eran el uno para el otro.

Siempre lo habían sido.  

Kyu y WookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora