Capítulo 3- La Petición de una Amiga de la Infancia

126 4 0
                                    

La Princesa Henrietta acababa de aparece en la habitación de Louise. Parecía llena de emociones contenidas, y abrazó a la chica que se arrodillaba.

-¡Oh, Louise! ¡Louise! ¡Mi querida Louise!

-Esto no está bien, Su Majestad, venir a un lugar humilde como este...- dijo Louise ceremoniosamente.

-¡Oh, Louise! ¡Louise Françoise! ¡Deja de actuar tan formal! ¡Tú y yo somos amigas! Somos amigas, ¿o no?

-No merezco ese tipo de palabras, Su Alteza- respondió Louise con una voz tensa y metálica.

Saito, estupefacto, sólo miraba aquel par de hermosas chicas abrazadas.

-¡Para eso, por favor! Nadie, ni el Cardenal, ni mi Madre, ni ninguno de esos avariciosos aristócratas de la corte que zumban alrededor con esas caras amistosas están aquí. Oh, ¿no tengo amigos que se abrirán a mí? Si incluso Louise Françoise, la vieja amiga que he extrañado tanto, actúa tan distante, moriré.

-Su Alteza...- Louise alzó la cabeza.

-Cuando éramos pequeñas niñas, ¿no íbamos juntas y cazábamos mariposas en el patio del palacio y quedábamos todas enlodadas?

Louise respondió con timidez. -Sí, y La Porte, el chambelán, nos regañaba por tener las ropas tan sucias.-

-Sí, tienes razón, Louise. Discutíamos sobre esos grandiosos pastelillos de crema y terminábamos teniendo una verdadera pelea. Siempre que peleábamos era yo quien perdía. Tú me jalabas el cabello y yo comenzaba a llorar.

-No siempre, la Princesa ganó por lo menos en una ocasión- dijo Louise, luciendo sentimental.

-¡Te acordaste! Viéndonos a las dos, cualquiera llamaría esa batalla El Asedio de Amiens.

-Eso fue cuando peleábamos por un vestido en el dormitorio de la Princesa.

-Sí, en medio de nuestra Corte Real ficticia, terminábamos peleándonos porque las dos queríamos ser la Princesa. Pero al final fue mi golpe en tu estómago, Louise Françoise, lo que lo decidió.

-Me desmayé en presencia de la Princesa.

Después de eso, ambas intercambiaron miradas y rompieron en risas. Saito, asombrado, siguió viéndolas de la misma forma. La Princesa habría parecido toda una dama, pero en realidad era poco femenina.

-Es más que eso, Louise. Ay, me estoy poniendo tan nostálgica, las lágrimas se me salen.

-¿Cómo es que ustedes dos se conocen?- preguntó Saito, mientras Louise cerraba sus ojos, recordando, antes de responder.

-Yo tuve el placer de servir a Su Alteza como compañera de juegos cuando éramos niñas- Louise se volvió hacia Henrietta-. Pero, estoy profundamente conmovida. Que la Princesa recuerde esas cosas... pensé que ya se había olvidado de mí.

La Princesa dio un gran suspiro antes de sentarse en la cama.

-¿Cómo podría olvidar todo? En esos tiempos, cada día era divertido. No había nada de que preocuparse- había una profunda tristeza en su voz.

-¿Princesa?- dijo Louise, preocupada, mientras miraba el rostro de Henrietta.

-Cómo te envidio. La libertad es una cosa tan maravillosa, Louise Françoise.

-¿Qué está diciendo? Usted es la Princesa Real, ¿o no?

-Una princesa nacida en su reino es como un pájaro capturado en una jaula. Vas de aquí para allá por cada capricho de tu amo...- dijo Henrietta, pareciendo solitaria, mirando fijamente a la luna fuera de la ventana. Luego cogió las manos de Louise y le dio una sonrisa dulce antes de decir:-. Me... me voy a casar.

zero no tsukaima Volumen 2 - Albión del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora