Aquí íbamos de nuevo, limpiando el desastre que Luther había hecho conmigo. Ropa manchada con lodo, rodillas y manos rapadas por la caída, siempre volviendo a casa hecho jirones solo porque a ese energúmeno se le antojó tenerme de blanco para molestar ¿Mi delito? Ser abiertamente homosexual.
Es ridículo pensar que en esta época, en esta sociedad tan avanzada todavía existan personas tan básicas y carentes de lógica que no pueden aceptar las diversas maneras que existen para amar.
El amor es ciego, el amor no se fija en géneros físicos, es más profundo y claro a su vez, pero al parecer es difícil de entender para los cavernícolas adolecentes de mi escuela ya que lo más avanzado que pueden procesar es que ellos tienen un pene que deben meter en una vagina tal como sus padres o los libros de biología dicen.Y al que no lo haga, es decir yo, prácticamente lo torturaban casi a diario, física y psicológicamente, para recordarle lo asqueroso que era su marica existencia. Empujones, chistes sexuales malos, marginación y hasta maltrato hacia mis pertenencias, todos a manos de Luther y su seguidilla de gorilas hormonales.
Aunque pensándolo bien... él nunca hacia nada, simplemente era el encargado de agarrarme de cuello o de cerrarme el paso con su imponente estatura con aires de 'hoy te toca' para luego hacer un simple movimiento de cabeza para que sus clones hagan el trabajo sucio. Al principio él me dirigía los insultos más increíblemente creativos, pero de un tiempo para otro, ya no me decía nada. Sus aliados se encargaban de todo. Incluso había veces que lo veía en una esquina de brazos cruzados mirando para otro lado como mostrándome la poca cosa que era.
Era raro el pensar como alguien como él, tan callado hasta podría decirse que buen alumno y sorprendente calmado en clases, pueda ser el líder de aquella manada de brabucones. La única cosa que lo hacía entrar en el clásico estereotipo de bully era su puesto como capitán del equipo de basquet y bueno, su monumental físico, que a más de una —y unos también— los dejaba babeando. A ver, soy hombre y me gustan los hombres y por más que mi lado racional me abofetera mentalmente por considerarlo, Luther es un chico muy atractivo. Un chico alto, de cabellos color caramelo, con un cuerpo musculosamente deportivo, no podía pasar desapercibido por nadie, pero claro, estaba el hecho de que era el que me mandaba a molestar y eso, lo sacaba de la mira de posible crush.
Eso y que obviamente era un hetero homofóbico, sino no explicaría el porqué de su aversión hacía a mí.En la sesión de hoy, para variar, simplemente me empujó al querer abrirse paso, pero la gravedad había jugado a su favor, causando mí caída por una pequeña zanja al costado del camino. Un simple acto que causó estragos, pero era el primero que Luther llevaba a cabo con sus propias manos en mucho tiempo.
Me había pasado el resto del día haciendo tareas y no pudiendo quitarme de la cabeza a Luther y qué carajos cruzará por su mente cada vez que me veía. ¿Tanto asco le causaba? ¿Tanto me odiaba o tan poca cosa era para él que ni si quiera dirige una mirada o palabra hacia a mí?
Creo que solo él lo sabe y hasta que termine este último año no podré librarme de él ni de sus amigos, solo... Solo tendré que resistir.
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Que Todos Vean
Teen FictionSiempre estuve bajo la mira, era el blanco... Solo que nunca imaginé ser el único al que él miraba.