Señales

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"— Para que todos vean que eres mío, Alex."

"— Para que todos vean que eres mío, Alex."

"— Para que todos vean que eres mío, Alex."

Esas palabras daban vueltas una y otra vez en mi mente.
Otra vez volvía a casa hecho mierda a causa de él, pero esta ocasión era diferente. Muy diferente. Mi mente estaba hecha mierda.

Aquel chupón, aquella marca de ganado que me había hecho resaltaba en mi pálida piel y ni siquiera levantando el cuello de mi camisa podría disimularla. Iba a matarlo.

¿Qué carajos significó aquello? ¿Cómo mierda fue que todo resultó así? ¿Me gustó ese beso? ¿Acaso me había gustado?
Millones de preguntas se formaban en mi cabeza y por más que lo intentaba sabía que no obtendría respuestas, no a menos que hablara con cierta persona y para ello debía esperar al día siguiente.

A pesar de no haber podido dormir en toda la noche, el tiempo pasó rápido y supongo que fue gracias a mi ansiedad y mis enormes ganas de gritarle unas cuántas cosas.

A ciegas, con la adrenalina recorriendome y sin pensar en los posibles comentarios posteriores de los alumnos, caminé directamente hacia Luther, quién estaba rodeado de sus amigotes. Palideció al ver cómo me acercaba, quién sabe la expresión dibujada en mi rostro, pero estaba realmente molesto, desquiciado e intrigado y en esta ocasión no me quedaría con las dudas.

Lo tomé del brazo, en ese momento ni siquiera su gran altura ni cuerpo musculado le permitieron zafarse de mí, lo arrastré a nuestro lugar... ¿Qué estoy diciendo? Lo llevé a las duchas, dónde todo esté lío comenzó.

Era increíble lo que la adrenalina o la furia podían hacer en mí. Lo empujé directamente sobre las banquetas y lo acorralé, tal y como él había hecho conmigo.

—¡¿Qué mierda significa que soy solo tuyo?!— Me atreví a mirarlo directamente a los ojos, solo para ver qué él no se atrevía a hacerlo, quizá porque estaba invadiendo su espacio personal, pero me importaba poco— ¡VAMOS! ¡¿A QUÉ MIERDA ESTAS JUGANDO?!

El aire pareció congelarse, Luther lo estaba. Por primera vez en años lo ví... ¿vulnerable?

Casi con miedo, Luther agarró mi muñeca, no con fuerza sino más bien con delicadeza  sus largos y helados dedos acariciaron mi piel, logrando que inevitablemente me relajara.

¿Que clase de brujería era esa?

—Yo...A mí...— ¿Acaso tartamudeaba? — M- me gustas.
—¿ME ESTAS JODIENDO? ¿Verdad? — negó lentamente— Tiene que ser una de tus bromas de mierda.
Me alejé de él como si tuviera la peste, pero él solo me miraba con ese algo en su mirada que no podía descifrar y eso me sacaba de quicio.
—¿ME ESTAS DICIENDO QUE ERES GAY?
—¡SHH!— Saltó a taparme la boca— ¿Puedes dejar de gritar? ¡Mierda Alex! Y no, no soy gay— aún con la boca tapada lo miré con toda la incredulidad inyectada en mi mirada. — Es solo que...— finalmente me soltó y cayó rendido sobre la banqueta.
—¿Qué? — cuestioné, la verdad es que me dió más curiosidad.
—No sé, no es que me gusten todos los hombres... Hasta ahora solo me has gustado tú y no tengo la más puta idea de lo que signifique— me miró y solo se podía ver miedo, miedo a lo desconocido— pero no, no soy gay.

Yo sabía perfectamente lo que le ocurría, yo ya había pasado por ello, ese terrible sentimiento de confusión y duda existencial de no saber quién eres o peor, como te verán los demás en cuanto definas lo que eres en contra de la puta sociedad que dice que lo que te gusta esta mal.
Yo tuve suerte y mi familia lo había tomado... Digamos que bien, quizá a mi padre le chocó un poco, pero se dió cuenta que era el mismo, su hijo, con el que arreglaba el auto los fines de semana, al que le encantaba llevar a pescar y al que todavía le gustaba ver los partidos de basquetbol con él, aunque tenía mis motivos, claro.
Pero Luther parecía tener más miedo de lo que yo tuve. No tenía idea de cómo era su familia, no sabía si le tenía miedo al que dirán o al simple hecho de enfrentarse a alguien en particular. Por algún motivo, la empatía me ganó y me empujó a proponerle algo de lo que quizá me arrepienta.

—Mira—me senté a su lado— esto que estás pasando es normal.— Luther levantó la mirada y digamos que un poco de ternura me dió el ver aquellas lágrimas reprimidas por la frustración— digamos que estás en negación, puede que seas gay cómo puede que no, es común la confusión ¿Has experimentado algo?
—No...— era tan extraño verlo así de frágil, inseguro y cabizbajo.
— ¿Y cómo sabes que te gusto... Al punto de marcarme como si fuera de tu propiedad o algo así?
—Eso...—al fin iba a saber que se le cruzó para hacer eso— me volví loco.
—Sí, me di cuenta. Pasaste del rey Bully al acosador de closet,— dije y por primera vez en un rato lo escuché reír—pero hablando seriamente ¿Cómo estás seguro de que te gusto?
—Fueron pequeñas señales. Primero había algo que siempre me llamaba la atención y no podía dejar de mirarte. Cuando creí superarlo, empecé a soñarte.
—¿Sueños sucios?— ¿Qué? Tengo curiosidad, no me juzguen.
—¡No! —exclamó empujándome levemente y hasta podría decir que ruborizado... Increíble.— eran sueños donde reíamos de nada, nos divertíamos, paseabamos como si no hubiera nadie en el mundo excepto nosotros... Se sentía lindo, pero cuando despertaba era como un vacío.
—No sabía que eras tan cursi— me miró molesto y cambié de tema antes de que me golpeara— ¿Y por qué me tratabas como me tratabas? Es difícil de creer que pueda gustarte cuando me haces la vida imposible casi a diario ¿Sabes?
—Envidia, para encubrirme, un poco de ambos— respiro profundo mientras peinaba su lacio cabello y yo lo miraba hipnotizado— cuando mis amigos empezaron a notar que te miraba demás entendieron que serías el nuevo objetivo a molestar y yo... No pude pararlos.
—De poder podías, pero temías que se dieran cuenta.
—¿Cómo explicar algo que ni siquiera yo entiendo?  Ayer cuando te ví con ese algo salió de mí y perdí el control. Me molestó que te tocara, me enfureció que él pudiera lo que yo no puedo, pero lo que más me enojo fue el no saber si yo sería capaz de hacer lo que él, y comprobamos que sí, y me gustó, pero a la vez creo que está mal.—se podía sentir el debate interno que tenía.
—Y por eso te voy a ayudar
—¿Cómo? —parecía aterrado, bueno, yo también lo estaba.
—Vamos a averiguar si "lo que sientes" por mí es verdad o simplemente es otra cosa, digamos que vas a ser un gay a prueba.

Luther me quedó mirando, pensando, considerando lo que había propuesto, en lo que parecieron años y mi seguridad al respecto bajaba.

—No sé en qué mierda me meto, pero si me prometes que ese no se va a meter contigo, acepto.
—Bien, mantener a David alejado—acepté.— ¿Qué hay de tus gorilones?
—Hablaré con ellos, pero ¿Cómo haremos para que no se enteren?
—Ya veremos, hoy avanzamos bastante. Bien.— anuncié— nos estamos viendo, adiós.
—¡Espera!—me retuvo— ¿Puedo... Puedo besarte de nuevo?

Que Todos VeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora