Aún seguía en las duchas completamente paralizado, inmóvil, anonadado e incrédulo de lo que acababa de ocurrir.
Es que simplemente no podía estar pasando, ya de por sí, es improbable que ocurra una vez como para que pase dos veces y en el mismo día.El contexto también fue extraño, quiero decir, tan solo el día anterior me lo había pasado analizando el porqué de Luther y su aparente aversión hacía mí y sí, en algún momento de la tarde también se me cruzó David y su repentino acercamiento, pero pasar de pensamientos casuales a lo que ocurrió hoy era muy... imposible.
David era un chico tierno que casualmente había llegado a principios de año y como no estaba al tanto de aquella marginación que todo el colegio había fijado en mí, se acercó y yo, viéndolo como una nueva oportunidad, lo acogí para poder tener aunque sea una amistad que dure hasta que él decida también alejarse, al igual que muchos hicieron al enterarse de mi sexualidad. Sin embargo, David nunca se alejó.
En aquellos dos meses que llevábamos cursando el colegio, él nunca preguntó o si quiera comentó nada de mí y mis preferencias, simplemente fue un buen compañero de clase que casualmente en la última semana había estado muy preocupado por mí. Preguntaba cómo me sentía, si había comido, si había dormido bien o lo preocupado que estaba por Luther y su trato hacia a mí.
Para alguien como yo que no estaba acostumbrado a tal atención, me había llamado la atención, pero no para adivinar lo que él tenía planeado.Aquella mañana, durante el segundo receso, nos fuimos al rincón más alejado del pequeño parque— aquel que los alumnos compartíamos para relajarnos y dejar enfriar un poco nuestros cerebros— no hiciendo nada extraordinario, simplemente sentarnos en el pasto compartiendo una bebida y comiendo alguna golosina. Nada fuera de lo común a mi parecer, pero sí para David, quién venía buscando un momento para decirme lo que al parecer hace mucho quería decirme.
—Alex... —abrí los ojos para dirigirle toda mi atención— ¿Te gustaría salir conmigo?
—Claro ¿A dónde tenías planeado?— que inocente era. O muy estúpido para darme cuenta a lo que se refería.
— No hablaba de salir a un lugar— se había puesto rojo, algo que se notaba bastante en su pálida piel.— me refiero a que quiero que salgamos... Como novios, Alex.
—¿Qué...?— y sin darme tiempo a seguir preguntando él me besó. Sus manos habían tomado mis mejillas, se había acercado lentamente para poseer mis labios de una forma tan delicada y dulce que resultaba hasta agradable, pero a la vez no. Todo fue tan repentino que mi cerebro recién disecado por las clases de física, no lograba procesar lo que significaba aquel beso. Ciertamente no estaba seguro si le correspondí, solo podía sentir... ¿Nada?
No niego que fue agradable, pero sentimentalmente hablando, no había sentido nada. No veía a David así, aunque él al parecer si me veía de otra forma más allá de una amistad.
Y bueno, en ese preciso momento habían muchos alumnos que también nos veían, muchos ojos estuvieron atentos al par de tortolos en el patio de receso y eso, me resultaba más dificultoso de evitar que el friendzonear a David.Cómo por así decirlo, la campana me salvó, le dije a David que tenía otra clase y que de paso iba a pensar en lo que me había dicho, algo que pareció dejarlo inquieto, pero era lo máximo que podía ofrecerle con la sorpresa del acto.
Ví como uno por uno, los alumnos se dirigían al edificio cuchicheando y mirándome con descaro y desaprobación, pero no me importó, en ese momento solo necesitaba estar solo y procesar en paz lo ocurrido con David, ya tendría tiempo de lidiar con la comunidad.
Me desvíe para poder evitar a los profesores del pasillo y ya en las duchas de los varones me desplomé en las largas bancas. Acostado allí, en el silencio y soledad del ambiente, mirando al techo. Me puse a debatir internamente sobre los pros y contras de una posible relación con David. Estaba considerándolo porque sabía que él era un gran chico, y a pesar de no sentir nada por él en ese preciso momento, no quitaba la posibilidad de poder llegar a hacerlo.
La verdad que me hubiera gustado pensar un poco más, solo que un repentino tirón logró hacer que me incorporara, haciéndome chocar con un fibroso pecho.
Atontado y sorprendido, miré al culpable sorprendiendome aún más.— ¡Carajo Luther! Pensé que era algún profesor— me relajé un poco, pero no tanto ya que se trataba de él y no sabía el porqué de su reacción y mucho menos su expresión. Parecía furioso aunque extrañamente, su mirada parecía dolida. Extraña mezcla en alguien como él, pero sí llegaba a asustar de todas formas.
—¿No lo entiendes?— parecía que apretaba los dientes.
— ¿Qué?— estaba claramente confundido.
—¡¿Acaso no entiendes?!— gritó al tomarme de la nuca, no con fuerza bruta, pero sí con firmeza. Parecía que retenía las lágrimas y aquello comenzaba a asustar demasiado.
Mi delgado y poco atlético cuerpo no podía contra el suyo, así que por más que quisiera empujarlo para recuperar mi espacio personal, no sería posible, además de que por alguna razón quería saber a qué se refería con aquella pregunta.
—No... No entiendo qué quieres decir, me asustas, Luther...— había sentido la fuerza y facilidad con la que me atrajo, había sentido el preciso instante en el que sus labios tocaron los míos y la necesidad con la que los poseyó. Sus cálidos labios succionaban mi labio inferior como si allí se encontrara la más dulce de las golosinas, llegaba a doler en un punto, pero era tanta la necesidad que emanaba y aquella posesividad con la que se aferraba a mí, que me resultaba embriagador e imposible el alejarme.Fue increíble como partes de mi cuerpo fueron reaccionando, sentía mi temperatura elevarse y un extraño cosquilleo estaba expandiéndose creando una sensación irresistiblemente encantadora que no parecía poder saciar con nada más que con la forma en la que Luther devoraba mis labios.
Casi recordando que debía respirar, Luther abandonó mis labios, su respiración era agitada al igual que la mía, había aflojado su agarre y había dejado su cabeza reposar sobre mi frente aún con los ojos cerrados.
Yo creo no haber cerrado los ojos en ningún momento, no estaba seguro, pero si estaba seguro de que él estaba más sorprendido y aterrado que yo.
—¿Acaso no entiendes que... Eres solo mío? — sus palabras afligidas me perturbaron un momento hasta que me percaté de que su cabeza rápidamente bajaba hasta mi cuello, dejándome sentir sus cálidos y húmedos labios posarse sobre la sensible zona y dónde succionaban cual sanguijuela obligándome a soltar un gemido mezcla entre dolor, placer y miedo por la sonrisa cargada de satisfacción con la que me miraba.— Para que todos vean que eres mío, Alex.
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Que Todos Vean
Novela JuvenilSiempre estuve bajo la mira, era el blanco... Solo que nunca imaginé ser el único al que él miraba.