1. Insomnio y sollozos.

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El incesante tictac del reloj comenzaba a irritarlo. Los segundos pasaban demasiado rápido y de esa misma manera su frustración aumentaba. Trataba de mantenerse calmado, ya que lo contrario sólo profundizaba el problema principal: su insomnio. Pero recordarse eso ultimo tampoco ayudaba.

Nada lo hacia. Ni siquiera las pastillas en el pequeño frasco de plástico que sujetaba y agitaba entre sus dedos.

Volvió su vista al reloj, como llevaba haciendo repetidamente desde que se sentó en su escritorio más temprano esa noche, cuando en un intento de encontrar el sueño había comenzado a leer algo sobre su clase de filosofía.

11:40pm. Cuatro jodidas horas.

Cuando su psiquiatra le receto esas pastillas tres años atrás el efecto había sido casi inmediato. Unos vagos veinte minutos y él estaba refugiándose entre sus sabanas, con los párpados pesados.

Claramente el estrés de la mudanza y la universidad fue más fuerte que el montón de fármacos que consumía cada noche a cambio de unas cuantas horas de sueño.

Su madre la había dicho que era una mala idea, pero Louis se sentía encerrado en su propia casa y necesitaba un poco de independencia antes de enloquecer. Ese pensamiento llego junto la conclusión de que las pastillas hubieran perdido sus efectos de todos modos aun y si no se mudaba.

Llevaba tres semanas en su nuevo apartamento, tres semanas y unas escasas doce horas de sueño; lo que lo mantenía demasiado agotado mentalmente para tomar notas en sus clases o siquiera escuchar.

Había reprobado dos exámenes importantes y todo era simplemente demasiado.

Sabia que la frustración no desaparecería, también que las pastillas no harían efecto, y con su irritación creciendo conforme pasaban los segundos acompañados del malditotictacdel reloj, decidió levantarse del escritorio y hacer su camino hacia afuera.

Se detuvo junto a la mesilla junto su cama para dejar el pequeño frasco con el que había estado jugueteando y tomar, a cambio, una cajetilla de cigarrillos media vacía. Había estado tratando de dejarlo, pero eso había sido cuando aun lograba dormir lo suficiente para ser una persona en todos sus sentidos.

Llamaba "afuera" al pequeño balcón de su apartamento, al que llegaba a través de la puerta de vidrio corrediza de su habitación.

No tenia una gran vista, teniendo en cuenta que se encontraba frente al edificio de apartamentos vecinos, lo que lo dejaba frente a otro pequeño balcón; pero eso siquiera le importaba. Su padrastro había conseguido ese apartamento como un préstamo de un amigo quien era el dueño de estos, lo que nunca hubiera conseguido por si mismo sin tener que pagar bastante dinero, lo que significaba conseguir un trabajo que aun así jamas le hubiera dejado el dinero suficiente.

El apartamento era pequeño, pero lo suficientemente cómodo para una persona y hasta bastante lujoso, podría decir; además del hecho de que lo tenia gratis hasta que acabara la universidad era todos los beneficios que podría pedir.

Por lo que si su vista era un reflejo del edificio en el que vivía, no le importaba.

Y esperaba que al dueño del departamento de enfrente, sea quien sea, tampoco.

Aunque la respuesta a su ultimo pensamiento no se la dio el mismo, ya que cuando poso su mano sobre la puerta corrediza que ya se encontraba medio abierta gracias al calor, algo lo detuvo de salir.

Una respiración agitada y el sonido de una garganta ahogada: un sollozo.

El sonido llego fresco y fluido hasta sus oídos, haciéndolo dar un paso hacia atrás, sorprendido.

Volvió a dar un paso hacia adelante, sigiloso, y se acerco al punto medio donde las pesadas cortinas negras se separaban, dejándole mirar hacia afuera.

Agradeció la oscuridad de su departamento, la que le daba el escondite perfecto para permitirse ser curioso.

La pequeña abertura revelo la imagen de una silueta en el balcón de enfrente, medio acurrucada contra la puerta que daba al interior del apartamento.

Esperó unos segundos a que su vista se ajuste un poco a la oscuridad de afuera, apretando la caja de cigarrillos medio vacía que aun llevaba en su mano, ansioso. Los sollozos y jadeos de quien lloraba no cesando ni un segundo desde que habían comenzado.

Un suspiro escapo involuntario de entre sus labios cuando al fin noto una mata desordenada de rizos y la manera en la que el joven que sollozaba escondía su rostro entre sus manos, el sonido ahora bastante amortiguado. Le pareció gracioso, fue como si el extraño sospechara de su presencia y decidiera esconderse de ella.

Estuvo otros pocos segundos tratando de ver o notar algo mas antes de caer en cuenta de que estaba siendo un chismoso y alejarse rápidamente de alli.

Decidió darle la intimidad necesaria de llorar tranquilo a aquel extraño e ir a la cama.

Antes de siquiera darse cuenta, sus párpados se tornaron pesados; los sollozos de aquel extraño siguiendo el camino de sus sueños, la caja medio vacía de cigarrillos yacía hecha un montón deformado de cartón y nicotina sobre la mesa junto su cama, y su reloj marcando la medianoche.

sting {larry stylinson; au}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora