4. Primera impresion.

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La semana siguiente fue un borrón. Louis apenas había dormido unas cuantas horas, y su madre -a quien llamaba todos los lunes por la noche- le había aconsejado que hablara con su psiquiatra. Le prometió que lo haría, pero había mentido. Esa ni siquiera era una opción.

Estaba harto de las píldoras para dormir de todos modos, se dijo, aunque las dos cajas de cigarrillos vacías en su mochila y sus ojos rojos le decían que las necesitaría de todas maneras si no encontraba una manera de dormir unas cuantas horas como una persona normal.

Liam había estado tratando de persuadirlo de que saliera a correr con él, con la teoría de que si cansara su cuerpo un poco más podría dormir un poco. Louis estaba lo suficientemente cansado como para aceptar de todas maneras.

Aunque estaba mejorando sus notas en la universidad y con eso disminuyendo algo su estrés aun había algo que lo mantenía despierto.

Pensó en su extraño casi vecino, a quien, a pesar de no haber visto ciertamente si había oído. La primera vez que lo oyó luego del encuentro del sábado fue el lunes por la noche, aunque también podría haber sido martes debido a la hora, no estaba seguro. Los sollozos se oían igual de angustiados que la primera vez.

La segunda vez fue el jueves, otra vez a horas de la madrugada; y la noche anterior fue la tercera.

Él había estado dando vueltas en su cama cuando lo había escuchado, y aunque ciertamente quiso levantarse a dar un vistazo, no lo hizo.

Ahora era sábado y se encontraba bebiendo un café en su balcón. Liam iba a tener un examen importante pronto y había planeado pasar todo el fin de semana preparándose para ello, por lo que su desayuno juntos habitual del sábado había sido cancelado.

No le tomo mucha importancia. Tomaría ventaja de ello junto al hecho de que no tenia tareas pendientes e intentaría relajarse.

Sentarse en su balcón, durante la ultima semana, se había vuelto una costumbre, debía admitir. Desde el sábado el recuerdo del encuentro lo había llevado a su balcón en sus momentos libres, aunque su única vista fueran unas cortinas color granate y flores rosadas.

Y allí se encontraba entonces, apenas vestido con el bóxer negro con el que había dormido y unos calcetines largos, blancos y rojos, con unos ridículos lunares. Aun era temprano, por lo que no se había preocupado en cambiarse. Solo había preparado su café y salido afuera, nada preparado para lo que vendría...

Aunque su espalda se estaba enfriando gracias a la puerta de cristal en la que estaba recargado, bostezada cada pocos minutos y lucia ojeras purpuras bajo sus ojos, nada fue peor que su idea de estar medio desnudo en su balcón. O al menos eso pensó cuando la puerta corrediza del balcón de enfrente se abrió con un suave sonido y las cortinas granates fueron apartadas a un lado, dejando a la vista a su vecino rizado.

Quiso levantarse apresuradamente y huir dentro de su apartamento antes de ser visto pero el par de ojos verdes fijos en él lo detuvieron, advirtiéndole que ya era tarde. Quedó medio boquiabierto mientras lo escaneaba de arriba a abajo; desde sus largas y delgadas piernas enfundadas en unos skinny jeans negros desgastados y una camisa de cuello bajo color blanca que dejaba a la vista parte de sus clavículas y unos cuantos tatuajes que no pudo ver en en detalle.

Los rizos que había notado desde un principio cayendo a los lados de su rostro, enmarcadolo. Labios llenos y rosados en conjunto con unos grandes ojos verdes captando toda su atención.

Aparto su mirada rápidamente cuando oyó como el otro se aclaraba la garganta, obviamente algo incomodo de su mirada.

Agito la cabeza suavemente antes de levantarse, dejando la taza de café medio vacía en el suelo.

Trato de forzar a su cerebro de decir algo que aliviara la leve tensión que los envolvía. Supo que iba a fracasar incluso antes de hacerlo cuándo hablo.

— Hmm, hola... yo ¿acabo de mudarme? — Eso no debía sonar como una pregunta, Louis se maldijo a si mismo.

Las primeras impresiones eran importantes, recordó. Se sintió como un fracaso cuando noto que medio desnudo, observándolo de arriba a abajo y sonando como un idiota no era de ninguna manera una buena impresión en lo absoluto.

La leve sonrisa que tiro de los labios del rizado, sin embargo, lo hizo sentir mejor.

— Si, creo que recordaría haber visto unos calcetines tan... particulares, antes. — Apenas se avergonzó por ello, demasiado distraído por el hecho de quea voz de su vecino le recordó al terciopelo. Ni siquiera supo porque, sólo pensó en la palabra terciopelo y en que si este hablara, definivamente sonaría de esa manera; suave y grave, puliendo las palabras perezosamente entre sus labios antes de soltarlas con un marcado acento británico.

Le devolvió la sonrisa, prohibiéndose el divagar sobre su voz y se encogió de hombros, dando un paso al frente y afirmándose en la fina barandilla de metal del balcón.

— Yo te recuerdo, en realidad. Estaba aquí afuera fumando el sábado anterior cuando tu viniste a cerrar la puerta. — Y si antes Louis había sonado raro y se había visto raro, ahora había sonado como un acosador.

El rizado frente a él volvió a sonreír, algo apenado. — Lo lamento si fui descortés, tenia prisa.

Louis se mordió la lengua antes de preguntar y solo asintió.

— No te preocupes por ello.

Entonces se balanceo incómodamente sobre sus ridículos calcetines. Pensó en que este era el joven que había oído llorar los últimos días, y pensó en como esa también era una mala primera impresión.

Pero ahora que se encontraba frente a él, notó que no le importaba. Tal vez las primeras impresiones no eran tan importantes después de todo.

— Por cierto, soy Harry.

Y él sonrió para si mismo antes de asentir. — Louis.

                                                   ***

N/A: Gracias Agus que me aclaraste, sin querer, como seguir esto. Y Gracias Lucia (:

Y gracias por leer, besos x

sting {larry stylinson; au}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora