7. Buenos días.

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Louis tenia solo siete años cuando su madre comenzó a llevarlo al psicólogo.

Todo había comenzado en la escuela, como una sesión de rutina con todos los estudiantes de tercer grado que había acabado con una llamada a su madre y la amable sugerencia de que tal vez Louis necesitara hablar con alguien.

Jay se preocupo, pregunto que andaba mal y lloro aferrada al telefono, luego pregunto por alguien que atendiera a niños de la edad de Louis; una llamada más y una semana después Louis estaba en una habitación naranja llena de juguetes y una amable mujer de ojos verdes que le preguntaba sobre sus cosas favoritas y le hacia hacer dibujos.

Unos años después conoció a su psiquiatra; Caroline. No era muy amable y sus ojos no eran verdes y cálidos pero solo le quedo a acostumbrarse.

Años después aun lo estaba intentando.

- Cambie tu receta siete veces, Louis. Obviamente el problema va más allá de los fármacos. - Aun al teléfono su voz le resultaba bastante molesta. Se recordó a si mismo que eso era por su madre, solo una corta llamada para su tranquilidad.

Caroline, sin embargo, no se la estaba poniendo tan sencillo.

- Bien. - Bufo, invocando paciencia de quien sea que en el cielo le tenga algo de piedad. - Tú eres la experta aqui ¿que sugieres?

- Sugiero que traigas tu gran trasero hasta aquí y hables conmigo.

Louis gimió, frustrado. Esa no era una opción. - Escucha, solo llame porque mi madre me pidió que lo hiciera. Me preguntaste cual era el problema y respondí ¿podrias llamarla y decirle que estoy bien?

- No estas bien y no voy a mentirle a tu madre, Louis. - Ella respondió y sonaba aun más fastidiada que él al respecto. Se felicito a si mismo por ello antes de suspirar.

- No lo hagas, pero ¿podrias decirle que llame? - Pregunto suavemente, con la esperanza de que la rubia cediera un poco si sonaba más amable.

Luego de varios años, a pesar de sus discuciones y no afinidad en lo absoluto, ambos tenían una relación bastante cercana, donde cada uno sabia manipular bastante bien al otro; ya sea insistiendo hasta la muerte o suavizando la voz para dar más confianza.

Louis sabia en que punto insistir, ceder o simplemente suplicar.

Luego de unos minutos de silencio la oyó suspirar pesadamente y supo que había ganado.

- Bien, lo resolveremos más tarde. - Al menos por ahora, añadió mentalmente.

Se despidió de ella apresuradamente antes de arrojar su teléfono sobre la mesilla junto a su cama y voltearse, hundiendo el rostro en la almohada.

Al menos no tendria que pensar en Caroline en un rato.

Se permitio relajarse por otra media hora antes levantarse y alistarse para sus primeras horas de clases, disfrutando del olor fresco a jabón en sus sabanas.

Había pasado mayor parte del día anterior limpiando su apartamento y estudiando para sus clases, con la advertencia de sus maestros pesada sobre sus hombros: si no conseguia una buena calificación en sus examenes finales iba a reprobar, y a pesar de que apenas podía concentrarse cuando sus ojos ardían y boztesaba alrededor de tres veces en menos de una oración lo estaba intentando. Aunque habia conseguido algunas buenas horas de sueño los dias anteriores el cansancio parecía bombear en su cuerpo como si fuera sangre, simplemente no se detenía y no podía deshacerse de el.

sting {larry stylinson; au}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora