III

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Loki llevaba días cometiendo el mismo error, regresaba todos los días al mismo lugar donde se encontró con Balder con la esperanza de volverlo a ver. Su rutina se volvió la misma desde ese día.

Encontró una cueva en el fondo del mar no muy lejos del arco natural y se refugió ahí, con los primeros destellos de luz salía a la superficie y se escondía entre las rocas mirando hacia el arco, esperando que Balder apareciera en su pequeño bote; cuando el sol alcanzaba lo más alto se alejaba para cazar y volvía una vez más para esperar hasta que el cielo se teñía de anaranjado y rosa, se hundía con tristeza hasta su cueva y, al día siguiente hacía lo mismo.

Todos los días se decía lo mismo. "Este será el último día". No era así, nunca era así. Siempre volvía, siempre esperaba, siempre desaparecía en el fondo del mar triste y sin ánimos. Cuando estaba a punto de rendirse, apareció.

Tras de él escuchó el golpe de las olas contra madera, giró rápidamente para encontrarse con un bote un poco más grande que el de Balder, con una vela firme y un pequeño camerino, era una embarcación pequeña que parecía ser de dos niveles; rápidamente se ocultó, definitivamente ese no era Balder, ¿cómo podría ser él si parecía que no tenía nada más que su viejo bote? Vio la sombra del humano proyectándose en el mar y ahí, tras las rocas, sonrió al escuchar su nombre.

—Loki... ¿Loki estás aquí? Lo... ¡Ah! —Ni siquiera se detuvo a pensar en que Balder viniese acompañado, Loki nadó y saltó dentro del bote arrancándole un grito a Balder y haciéndolo caer por culpa del brusco movimiento.— ¡Vaya! No esperaba este recibimiento — Loki quedó dentro del bote con la cola enroscada pues aún seguía siendo un espacio muy pequeño para él, con una enorme sonrisa dibujada en sus labios y un brillo vivaz en sus ojos.— Hola, Loki. No pensé que te volvería a encontrar.

Balder aprovechó estar en el suelo para gatear hasta Loki y poder acariciar su mejilla, si podía comparar a Loki con algún otro animal, sería con un gato aunque eso sonara absurdo pero así le pareció cuando Loki cerró los ojos y le permitió dejar que la caricia se extendiera hasta su cabello.

—Eres increíblemente hermoso — dijo Balder cuando dejaron atrás el tierno reencuentro, ahora sentado frente a Loki con sus ojos recorriendo todo su cuerpo.

No había visto la cola de Loki con tanto detenimiento, era bastante larga y ancha, sus escamas llegaban hasta sus caderas y parecían extenderse y difuminarse con su piel hasta desvanecerse  en su abdomen y cintura. Loki siguió la mirada atenta de Balder porque le encantaba el color de sus ojos  y, porque le gustaba esa chispa curiosa que reflejaba; realmente no esperaba volver a verlo a pesar del gran anhelo de su corazón.

—Parece que tienes monedas de oro y esmeraldas atrapadas en tu cola, es maravillosa —Balder sonrió y se atrevió a acariciar cerca de la aleta caudal de Loki.— Se que esto es repentino... igual no me entiendes pero quiero que lo hagas— Balder dejó de sonreír, miró a Loki con seriedad haciendo que este parpadeara y arrugara la frente un poco molesto por el cambio repentino en el tono de Balder.— Estoy dispuesto a que me entiendas porque hay muchas cosas que quisiera saber de ti, así que traje algo para ti, Loki.

Balder se levantó sin decir más, entró al camerino y no tardó más que segundos en volver con un cofre oscuro y desgastado, volvió a sentarse frente a Loki y abrió el cofre para mostrarle un montón de objetos que él sabía no servían para nada.

—Estos son libros —explicó Balder entusiasmado, tomando un libro de color marrón y abriéndolo para Loki.— Están repletos de conocimientos, historias y todo lo que el hombre necesita saber de este mundo. Quiero enseñarte, Loki, quiero poder hablar contigo, contarte todo esto y, que me cuentes todo de ti y los tuyos.

Balder detuvo la mano de Loki cuando esta recorría la suave y amarillenta hoja del libro con los extraños garabatos que parecían ser parte de algo, su mano libre se dirigió al mentón de Loki para recuperar su atención con la mirada llena de convicción y algo increíblemente escandaloso en el brillo verdoso de sus ojos.

—Quiero hablar contigo, Loki.
—Balder— Loki pronunció sin vacilar mirando del libro a Balder, esperando que este tuviera la misma intención que él, de querer entender y saber; sonrió nervioso y él mismo tomó la iniciativa de sacar otro libro y abrirlo y continuó abriendo uno tras otro, extendiéndolos en el suelo, haciendo retroceder a Balder y colocando algunos sobre su cola.— Se... Seigh me, Balder.

Sus extrañas palabras provocaron que Balder riera bajamente, tomó un libro que estaba completamente en blanco y sacó del cofre una pequeña caja de madera que contenía una pluma blanca y larga con una punta metálica y delgada, junto con un pequeño recipiente de vidrio con tinta negra.

—Que bueno que soy profesor, hablaremos más pronto de lo que piensas... Si es que estás pensando en eso... espero que sí, parezco tonto hablando solo.

Lo primero que aprendió Loki fue a contar los días, esperar a Balder era un suplicio porque Loki esperaba verlo al día siguiente de su encuentro pero nunca era así; tenían que pasar cinco soles sobre él para poder ver a Balder quien se quedaba dos soles a su lado para luego irse una vez más. Lo segundo que aprendió fue a acomodarse en el bote, subir y bajar no era difícil, sostenerse mucho tiempo flotando si lo era, tratar de enroscar su cola era aún peor cuando pasaba demasiado tiempo sin moverse y, Balder tenía que mojarla después de un rato con un balde; esa lección la aprendieron los dos al mismo tiempo cuando las escamas de Loki se secaron y opacaron y Loki no tuvo la capacidad de moverse por una noche entera a pesar de ya estar dentro del agua, fue una lección de vida o muerte.

El aprendizaje de Loki no fue lento, Balder se sorprendía cada vez que lo veía y las palabras que le enseñaba las retenía y repetía sin tanta dificultad, con un extraño gruñido al final de cada frase, como un ronroneo y, siempre con una sonrisa  en su rostro.

Pasaron meses intentando entenderse el uno al otro, intentando descifrar palabras e interpretando símbolos. Balder tenía una paciencia increíble, siempre se mantenía sereno cuando Loki hacía algún berrinche por no entender o equivocarse; al final, lograron lo que ambos querían, hablar y conocerse poco a poco.

—Realmente estoy impresionado Loki, la verdad nunca pensé que lo conseguiríamos— dijo Balder socarronamente mientras recibía en su rostro un libro grueso que fue lanzado con fuerza.
—Cállate, soy... inteligente— Loki torció los labios en una sonrisa desafiante y altanera.— Aprendí a pesar del... maestro que tengo.
—Vaya, ¿Dónde quedó el pequeño sireinhn tímido y llorón?
—Nunca he sido así, ese día me sorprendiste y ya.

—Ajá sí, ¿aún lo recuerdas?
—Claro que sí— Loki se dejó caer al mar, la noche ya estaba sobre ellos con sus diminutas luces parpadeantes y la luna reflejándose en la superficie; Balder sacó una manta y la extendió en el suelo, se acostó justo a lado de donde Loki se mantenía sujetado del borde.— ¿Qué pasó con el pequeño bote?
—Oh, aprendí una lección. Si quieres navegar en mar abierto, trae algo más grande que un pedazo de madera viejo.
—¿Querías volverme a ver? — la mirada risueña de Loki, provocó que Balder extendiera su mano hasta su mejilla.

—Obviamente, ¿y tú?
—¿Por qué crees que estoy aquí?
—Siento que he sido timado— Balder río y acomodó sus brazos bajo su cabeza.— En verdad parecías una criatura indefensa y débil y mírate, eres más filoso que una daga.
—Jaja, ya cállate y duérmete, hablaremos mañana.
—Descansa pequeño sireinhn.
—Descansa tonto náufrago.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2019 ⏰

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