♣ nineteen ♣

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White estaba harto de estar encerrado.

El recuperarse de sus lesiones fue agobiante,y más ahora que eso le había dejado con malestares agotadores.

Vomito,fiebre,mareos y congestión.

Era insoportable,pero al menos era cuidado por su hermano y el francés.

Irónicamente sus únicos amigos en ese lugar.

Ya vendría surcándose una semana completa de recuperación,en la que apenas si podía levantarse de la cama.

Tenia muchas ganas de levantarse,ir hasta el muro de separaciones y subir,para poder ver a aquel pequeño superviviente que le otorgaba tanta paz.

Pero con las lluvias torrenciales...era más que imposible el pensar en salir.

Al menos con el paso de los días y todas las horas dormidas por la calmante lluvia lo ayudaron bien,puesto que podia levantarse y bajar a comer a la cocina en vez de estar todo el día a base de cosas como sopa,medicamentos o té.

Ese día,también pensaba bajar al sentirse recuperado,y así lo hizo.

Grande fue su sorpresa al escuchar el bullicio y un montón de quejas dirigidas hacia uno de ellos.

El viejo arquitecto.

¿porque se quejaban con él?

Al acercarse solo pudo encontrarse con algo muy divertido.

El arquitecto tenia apegado a él a un superviviente,el malabarista,quien miraba a todos con una cara bien disimulada de puchero,descarado al no sentir miedo.

- niño,suelta al anciano y no te mando a patadas por sobre el muro - hablo bane,siempre a la defensiva,siempre.

- Este viejo es mio,estúpido ciervo mandrajoso - le saco la lengua mientras se aferraba más a las prendas del pobre anciano,quien estaba totalmente rojo.

Eso le produjo un poco de asco,ciertamente,pero tampoco evitaba el que le diera risa.

Bane estaba que hechaba humo por las orejas de molestia,y los del alrededor morían de risa con la escena.

El viejo arquitecto suspiró,como una personas de antaño que venia viviendo cosas de más que lo hacían cansarse.

- niño - habló,mientras tocaba la cabeza del malabarista - no se que es lo que quieres,pero este no es lugar para un superviviente.

El chico solo ponía caras tristes,pero no soltaba al pobre viejo.

- no me importa,no me iré sin tener lo que quiero - fue lo que white pudo decir su ultima palabra,antes de que se ocultara tras las ropas del arquitecto.

- ¡lo sabia! - de repente la entrada a la mansión estaba llena de supervivientes empapados y llenos de barró,seguramente se habían saltado el muro con toda y lluvia - ¡mike,ven para acá pinche cochino! - hablo quien dedujo seria el minero.

- ¡no! - el malabarista se negaba a soltar la ropa del viejo,haciendo las cosas más divertidas.

Una risa de entre aquellos pequeños supervivientes se hizo presente,redirigiendo su vista y encontrándose con la persona que perturbaba su corazón.

Allí estaba el chico de la suerte,lleno de barró y muriendo de risa,mientras el mercenario trataba de detener tan bella carcajada.

- oh por dios - joseph se veía alterado,y se acerco valiéndose una mierda las reglas hacia los supervivientes,sacando de entre ellos al embalsador,con lodo hasta en la cabeza - ¡amor mio! ¿que diablos hiciste para terminar así? - estaba alterado,definitivamente.

El superviviente solo se encojia en sus brazos todo pálido,tímido.

Joseph había empezado a maldecir en voz alta,mientras le valía una mierda todo y se llevaba al chico,seguramente a limpiarlo.

- ¿como se colaron todas estas ratas? - miro a jack,quien se cruzaba de brazos evidentemente molesto,y black se reía desde la sombrilla,sabiendo que al destripador no le gustaba para nada la suciedad.

- ¡rata tu abuela!,¡slenderman de quinta! - salio a relucir el mercenario,siendo retenido por el minero

Jack gruño

- subedar - se miraban con tanto odio,que podrían matar a cualquiera si las miradas realmente pudieran matar.

- muy bien,solo devuelvan al malabarista,y al embalsador,y nos iremos - habló su querido pequeño vestido de sirvienta,tratando de esconder su sonrisa traviesa

Pero había algo más llamativo en el que lo distrajo.

¿porque el pequeño suertudo tenia una cola parecida a la de un demonio moviéndose tras de el?

Inaceptable.

Allí fue cuando todo le valió tan madres como al fotógrafo,y lo tomo entre sus brazos a pesar de las quejas.

- ¿he?,¡oye! - su sonrisa se había alejado por completo,y en su lugar,lo que adornaba su rostro sucio era un tierno sonrojo carmesí.

No le dijo nada mientras se lo llevaba,con una de sus manos erróneamente en su pequeño trasero,reafirmando que no se le callera,y viendose su mano envuelta por aquella cola que había llamado su atención y tentado su curiosidad.

- ¡hey! - escuchó a sus espaldas quejas de otro superviviente,el jugador de fútbol americano,quien posiblemente estaba siendo arrastrado por otro cazador que no soportaba la suciedad.

Y así se fueron escuchando quejas y reclamos diferentes mientras se iba,poco le importaba,pues ya su atención estaba puesta en quien se escondía en su cuello con vergüenza.

Tenia muchas cosas por preguntar.

ĦØŁŁØŴ •°ιdenтιтy v°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora