CAPITULO 1

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Quiero ver tu risa todo el día

Escuchar la melodía de tu voz

Quisiera ser el brillo de tus ojos

El peine que desnuda tu esplendor

La esquina que te ve cuando caminas

Ya no podía más. Sus brazos estaban hechos trizas y sus ojos amenazaban con cerrarse en cualquier momento.

—Vamos HyeSun, deja que papá duerma un rato.

Llevaba horas tratando de tranquilizar a la pequeña bebé, quién había pasado los últimos días demasiado mal.

—No puedo creer que tu madre haya hecho esto, ¿Cómo se supone que debo hacerlo yo solo?

Después de pasear algunos minutos por todo el departamento, decidió tomar el teléfono. Marcó los números de forma rápida y llevó el teléfono a sus hombros, con los cuales hizo presión para quitar la mano y seguir sosteniendo seguramente a la pequeña.

—¿YoonGi?, ¿Qué haces llamándome a estas horas de la noche? —una voz ronca contestó al tercer tono.

—¿Crees que puedas ayudarme?, HyeSun está llorando mucho de nuevo.

Hubo un suspiro entre la línea.

—Revisa bien YoonGi, te recuerdo que es una bebé y aunque sean cosas simples aún no las sabe pedir. No te dirá que es lo que quiere tan fácil, al menos no por ahora.

—¡Ya revisé cientos de veces!, su pañal, la leche, la recosté en la cuna, la tomé en brazos, ¡No comprendo!, ¡Por favor ayúdame Yeol!

—Llego en unos minutos —Avisó el hombre al otro lado del teléfono, colgando unos minutos después y generando alivio en su amigo, quien ya no sentía sus extremidades.

El hombre de cabellos castaños tuvo que seguir concentrado en el llanto de su pequeña en brazos. Cuando su amigo llegó, solo tomo una manta y la envolvió en el diminuto cuerpo ajeno. Entonces sin importar que el frío arrasara con su cuerpo salió y se dirigió rápido hacia los elevadores para llegar hasta el estacionamiento.

—Te juro que, si la niña solo está hecha popo, te aventaré a un acantilado y luego te restregaré el pañal sucio por la cara.

—No es eso ChanYeol, yo soy el padre aquí y mi superstición dice que mi bebé realmente tiene algo.

—¿Y yo que soy aquí?, ¿La madre?, aparentemente cumplo un rol muy importante en el desarrollo de tu hija.

—Solo cállate y llévanos al Hospital. —Durante todo el camino se contuvieron de decir alguna otra cosa y escuchar el canto bélico de alguien que ya tenía la garganta sumamente cansada de tanto gritar.

Al llegar, el joven padre se percató de que el único lugar en donde los podrían aceptar a aquellas horas de la madrugada sería en urgencias y corrieron rápidamente a una de las señoritas que se encontraban en el mostrador.

Curiosamente la gente que se encontraba al mando del hospital por aquellas horas eran personas jóvenes quienes seguramente eran los practicantes o los recién egresados, era una forma cruel de mantener el hospital activo

—¡Señorita!, quisiera saber si hay algún pediatra o doctor que revise a mí bebé, lleva mucho tiempo llorando y está de mal humor, nada puede calmarla. —El hombre de baja estatura se acercó al recibidor.

—¿Ustedes son los padres? — la chica levantó su mirada del ordenador y preguntó, haciendo que de su boca saliera aliento a café con mentas.

The PediatricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora