Parte 1 Yo te siento

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Yo te siento entre mis sueños

asaltando mis desvelos,

de mi cuerpo apetito que seas el dueño

y preciso escucharte decir: "te anhelo".


Yo te siento tan perfecto

como las palabras esdrújulas que siempre llevan acento;

tu mirada me atrae hacia ti como un anzuelo;

pero tu edad es tierna y tu destino un misterio.


Yo te siento tan próximo y tan lejos,

la ilusión visual que une el océano

con el azul cielo.

Te disfruto como un premio de consuelo,

ya que de tu esfera no soy el centro.


Yo te siento en lo invisible,

eres como el aire imprescindible,

y aunque quisiera tenerte tangible,

te registro cual amor inverosímil.


Yo te siento maduro,

pero para el afecto

aun estas muy crudo.

Yo te siento una gema en bruto;

un árbol nuevo

que aún no engendra frutos.


Yo te siento mayor,

ilusoria quimera de mi corazón

para disuadirme de que no es un fatídico error,

que me haya empezado a ofuscar de un hombre con edad  inferior.


Yo te siento como un héroe,

un príncipe con capa para mi eres,

y aunque nunca te enteres,

hubiera sido tuya sin pensarlo dos veces.


Yo te siento en lo profundo,

por más que nado en ti y rebusco;

tu corazón no responde, es mudo

y dudo que te integres a mi mundo fusco.


Yo te siento en la simpleza

de una sonrisa tierna,

de aquel abrazo que se espera,

de aquel tan codiciado baile que nunca llega.


Yo te siento tibio,

entre veces vivo

y otras tantas frío,

¿habrá en ti algún secreto desleído

retenido por la aprensión

de que para el amor no estás listo?


Yo te siento en la inmensidad,

tan expansivo como el espacio sideral,

te suspendes porque no me quieres lacerar,

arrebatándole a mi alma la perennidad.


Yo te siento con perplejidad,

pero entre intervalos me ojeas

con perfil bestial

como si me quisieras desdibujar,

incitando a mi cuerpo a protagonizar

tu obra teatral.


Yo te siento con firmeza

abreviando mis resistencias,

cuando secretamente me expresas

que estoy pulcra; bella

y que solo faltaba dejar danzar mi melena.


Yo te siento invasor

como un cuatrero que burla toda protección,

arrollas mis fronteras, mi imaginación,

me seduces sin penas, sin contemplación.


Yo te siento tan deseable,

pero soy teniente de un espíritu cobarde

que ennudece al tratar de exteriorizarte,

que anhelo como una deliciosa poma devorarte.


Yo te siento en mi futuro,

pero envejezco cada segundo

y tú con veinte primaveras a lo justo

una mujer madura tal vez no sea de tu gusto.


Yo te siento un pasajero

que ha usurpado en mi vida un boleto aéreo,

espero que tu trayecto sea remoto,

para seguir concibiendo que contigo me descoloco.


Yo te siento clavado

en la puerta de mi corazón,

aspiras a incorporarte sin autorización,

pero la gnosis atenta contra una patente relación.


Yo te siento una misión deslucida

que es mejor darla por perdida,

para no arriesgarme a inutilizar tu simpatía

al confesarte lo que mi tálamo contra ti conspira.


Yo te siento permisible,

hasta que el espejo insiste

en que mis canas persisten

y tu verdor subsiste.


Yo te siento de ropaje impermeable,

valija de emociones inalterables,

mayordomo de sentimientos insondables;

eres el hombre de huellas indescifrables.


Yo te siento como una dulce tentación

que protesta a mi cuerpo...

¡"Quítate el armazón"!.

Tu eres el muso

de esta sublime canción,

¡gracias por remozarme el deseo y la sensación!


Autora: Leonora Margarita Salazar Espinosa M.A

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