Te sentía cual alma conocida,
y como si estuvieras a mi espera,
a las nueve y treinta sin penas,
te introdujiste en mis arterias.
Aquella mañana de diciembre,
mis labios acicalaste con tu concupiscencia
y el viento con celeridad
las páginas de nuestra leyenda
a la izquierda mudo,
en solo un segundo, de forma precoz.
Aquel jueves veinte
las alarmas internas fueron desactivadas,
la razón en dos fue quebrada
y solo la lubricidad de nuestros rincones subyugaba.
Todo el universo se inmovilizó,
mientras la rotación de tu boca sobre mi cuerpo
con los ojos cerrados se precipito;
¡un día agraciado en que lo inadmisible se aperturo!
A tu corazón suspicaz
no le resulte ser una extraña
y penetro cada puerta, cada ventana;
las ópticas y las guardias.
En un acto de investidura
la procacidad nos graduó
y en reconocimiento nos certificó,
cual anónimo producto
de una mezcla sublime entre dos.
El pánico de ti se aparto
y tu tacto se empodero
de mi rostro, mis pechos, del caparazón;
cercándome con tu barniz, tu transpiración.
Sin señales,
sin imágenes auditivas, ni mensajes;
a través de las sensaciones corporales
infringimos todas las normas y modales.
En tu lóbrega habitación
el poseerme no represento un agravio
y como juez tu sabana valido
el frenesí de nuestro amor.
El mañana no lo sé,
todo puedo variar en un dos por tres,
lo que puedo asegurar es...
Que aquel encuentro del ayer
me repuso la sed
que perdí de amar alguna vez.
Ese encuentro fortuito
causo la coalición de tu ser con mi ser,
nos extasiamos piel con piel,
y desfilado un mes, de tu querer
no cesare de beber.
Autora: Leonora Margarita Salazar Espinosa M.A

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Lujuria
ŞiirEl amor suele golpear sin aviso, de forma desenfrenada como un tornado, provocando sensaciones que solo pueden ser descritas mediante la seducción del lenguaje poético.