Capitulo 2

9 1 0
                                    

A lo lejos divise una alocada cabellera morada. Gwen estaba tomando el pedido de tres agradables chicas. Ayer por la noche justo cuando llegue a mi departamento había recibido un mensaje de texto de ella, disculpándose por no haber podido llegar a tiempo para cerrar juntas, pues había surgido un problema de último momento.

Hoy es jueves, un nuevo y muy lluvioso día en Richmond, por lo que el ''Café de Maggy'' era casa llena mientras que Say you won't let go de James Arthur sonaba de fondo, haciendo que el ambiente aquí adentro se tornara tranquilo.

Cada vez que llovía en la ciudad la pasábamos muy bien aquí, constantemente teníamos más clientes que lo normal, algunos se quedaban a conversar y a comer pastelillos en lo que dejaba de llover, mientras que otros llegaban con prisa pidiendo sus órdenes para llevar. No es algo que Gwen y yo no podamos manejar, de cierto modo estábamos algo acostumbradas a esto.

A mi tía Maggy nunca le gustó la idea de tener personas desconocidas trabajando dentro del Café.

Siempre decía que el negocio debía mantenerse en familia, solo nosotras tres.

—Un muffin de moras y dos rebanadas de pastel de zanahoria.

Suspiró Gwen llegando a la barra, a la vez que me pasaba un post-it con el pedido escrito en pluma de gel color rosa con brillos, justo lo que ella dijo. Reí.

—A la orden capitán.

Tome la orden, dos rebanadas de pastel cada una en su respectivo plato, colocando estos en una bandeja de plástico junto con un esponjoso muffin de moras recién salido del horno. Una vez listo el pedido, lo llevó a la mesa donde se encontraban las tres chicas, quienes con sonrisas recibieron satisfechas sus postres.

Dos adolescentes de al menos quince años tomaron asiento en los taburetes, ambos de cabello castaño y enmarañado, uno de ellos con mejillas redondas mostrando una divertida sonrisa de dientes torcidos, mientras que el otro mantenía una mirada risueña y fresca, sus ojos de un color miel muy agraciado, nariz redonda con pequeñas pecas a los lados y una sonrisa de lado.

—Hola —Sonreí—. ¿Qué desean ordenar?

—Dos malteadas de fresa y una tarta de manzana —El adolescente de mirada risueña respondió primero.

Coloque todos los ingredientes necesarios en la licuadora, acto seguido presione el botón de velocidad alta hasta tener una consistencia cremosa, tres minutos después estaba listo. En dos vasos altos de vidrio vertí el contenido, puse un poco de crema batida encima en forma de montaña y una jugosa cereza decoraba la punta, dos popotillos de colores y listo.

—Dos malteadas de fresa.

Una atareada Gwen cruzó al otro lado de la barra acercándose a mí.

— ¿Puedes encargarte de la mesa de la esquina?, Yo me ocupo de la tarta de manzana —Bufó.

Saliendo de ahí me aproxime a la mesa que índico Gwen. Una señora de mediana edad y cabello negro se encontraba sentada sola dejando tres sillas libres. Traía puesto uniforme de oficinista, y ligeras canas apenas lograban verse en su cabello obscuro. Se le veía tranquila con su atención totalmente puesta en su Macbook, al darse cuenta de mi presencia volteo en mi dirección dedicándome una suave sonrisa, a la cual correspondí.

Por instinto, mire hacia el ventanal, la lluvia caía de golpe como si no existiera un fin, por lo que afuera había pocas personas caminando con rapidez cubriéndose del agua con cualquier cosa que estuviese en sus manos, observé una escena donde un niño pequeño a punto de hacer un berrinche arrastraba a su mama de la mano para llevarla a una tienda de videojuegos, del otro lado, una pareja de ancianos tomados del brazo cruzaban la calle con suma precaución y tranquilidad, traían un paraguas que los protegía de ser mojados y se reían como si estuviesen disfrutando completamente de la lluvia, mientras que del otro lado, un señor uniformado caminaba apresurado resguardándose debajo de su maletín.

ELINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora