Capítulo 3.

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3. ¿Cómo y quién es Olivia?

Mi padre se bebió su cerveza de golpe, mientras que yo la degustaba despacio. El café seguía medio lleno, pero había decidido ignorarlo en vez de crear la mezcla más rompedora. Además, sabía que no acabaría las dos cosas. Tan parecidas, ambas bebidas, pero a la vez diferentes. Una caliente y otra fría, por ejemplo.

—¿Cómo es Olivia?—él me miró, atravesó mi alma en busca de la verdadera respuesta.—Sin rodeos— en sus ojos veía impaciencia.

Olivia,—le corregí.— Es una chica segura de si misma, nunca duda de su instinto. Sabe defenderse. Es rebelde...,— me mantuve pensativa unos segundos, buscando la palabra adecuada con la que me entendiese.—con un punto canallita. Oliva, es peligrosa.—describí con una sonrisa pícara.

—Estoy muy orgulloso de lo que has logrado.—aquello me desorientó, era lo que menos me esperaba que saliese de su boca. Por un momento sentí satisfacción, hasta que volvió a hablar.— Pero mucho más de mí.—volvió a sonreír, con esa sonrisa triunfadora que tanto odiaba.

Yo suspiré. No entendía como podía estar orgulloso de él, y meditándolo mejor tampoco sabía cómo podía estar orgulloso de Oliva. Supongo que porque era Antonio.

—Hagamos una prueba. Veamos si eres como describes.

—Cuando quieras—sonreí cómodamente. Estiré mis manos y mis dedos crujieron, luego lo miré.

—Simulemos que te pegan una bofetada—dijo serio a la vez que esperaba mi respuesta.

— Les pego una bofetada más fuerte.—contesté  imitando su tono. Era sencillo, incluso más que un juego de niños.

—Te insultan.—avanzó con la misma actitud de antes.

—Les insulto mejor.—sonreí relajada.

— Te intentan disparar.—esta vez me miró mucho más serio.

—Les disparo sin fallar.—esbocé una pícara sonrisa.—Sencillo.—dije cada vez más relajada.

Él sonrió orgulloso, aunque no supe descifrar de quién. Se acercó a mí tratando de intimidarme.

—Última prueba—me pegó una bofetada en la mejilla derecha.— Estúpida,—gritó— siempre debes estar alerta—me escupió.

Tardé unos segundos en reaccionar, en entender lo que acababa de hacer Antonio. Nunca le volvería a llamar con ese título familiar que jamás se había merecido. Suspiré. Sonreí. Y le pegué más fuerte. Gran parte de mi cerveza fue derramada debido al movimiento, pero yo apenas le presté atención.

—Te dije que soy Olivia.—me marché, sin mirar atrás. Mi cachete derecho seguía rojo por la bofetada, no lo escondería. Tal vez se convertiría en una cicatriz más.

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