Capítulo 2.

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2. Esa rebelde chispa, esa peligrosa charla.

— Soy Olivia,—me crucé de brazos.—¿qué más quieres que te diga?- una pequeña risa salió de mí, bastante natural. Me sorprendió. Hacía tiempo que no reía y menos delante de alguien.

Mis piernas se cruzaron y se subieron a la mesa. Como si estuviera en mi casa. Mentira. Como si estuviese en la casa de un cliente con bastante dinero. Volví a sentir esa chispa que había recorrido mi cuerpo escasos minutos atrás.

Él negó con la cabeza y soltó una falsa risa a la vez que sus labios formulaban las palabras "Me dejastes" llenas de ira y odio hacia su única hija. Sin embargo, no me rompí como él esperaba. Puse los ojos en blanco.

—Yo no me acosté con otras mujeres.— le sonreí con picardía, no entendía la razón por la que sonreía a eso, pero me gustaba.

No tenía sentido, parecía loca. Siempre he sentido atracción hacia la locura y los locos, pero nunca he sido una de ellos. Yo no estaba loca; sin embargo, eso me llevaría en dirección a ella. La chispa de la que antes hablé, no salía de mi cuerpo. En ese momento lo agradecí, todo parecía más ameno.

Fue mi padre, si así se le puede llamar a ese hombre, el que puso los ojos en blanco al escuchar mis palabras. Me sentí reflejada en él, aquello me provocó arcadas.

—Eso fue en el pasado.—hizo un gesto quitándole importancia.—Yo quiero que me hables de tu presente y tu futuro.—se aclaró la garganta como si lo que fuese a decir le costase más que cualquier otra palabra. Era porque no recordaba haberla pronunciado.—Hija- bebió un sorbo de su cerveza sientiéndose un campeón.

—Pero aún recuerdo esa cicatriz- mi rostro era serio, la situación era seria.

Las cicatrices surgen de heridas.  Siempre estarán en tu piel, algunas más camufladas que otras. Puedes ignorarlas o admirarlas día tras día. Yo no las miraba feliz, pero sí que las miraba. Así sabría donde no dejar que me arañasen la próxima vez.

No sé la razón, pero solté una carcajada, que no venía a cuento, mucho menos con mi serio rostro. Pero eso no le importó y a mí tampoco.

—Debes asumirlo. Tu padre se ha acostado con todas las mujeres del pueblo— estaba orgulloso de eso, sonrió triunfador.

Yo estaba sorprendida. ¿Acaso era bueno eso? Desde pequeña me habían dicho que una persona solo puede estar con otra; sin embargo, los hippies, por ejemplo, estaban con todos.

—Dos cervezas más.—le ordenó aquel pedido a una camarera que estaba pasando sin intención de pararse a preguntar.

Eso no implicó que tardase en traerlas, al contrario, un minuto después las dos cervezas estaban posadas sobre la mesa. Pocas veces había visto tanta rapidez, por no comentar que las dejó temblando y tuvieron un encuentro de ojos mutuo. Entonces recordé que se había acostado con todas las mujeres del pueblo, como él mismo había dicho.

—Toma—arrastró una hasta mí.- Ya eres mayor de edad. Pruebala- volvió a mirarme amenazante.

Yo bebí, queriendo pensar que no lo hacia por sentirme intimidada. Era la primera vez que bebía alcohol, ni siquiera lo hacía en Nochevieja. Estaba asqueroso pero tenía algo adictivo.

Sentí que la chispa de mi cuerpo, corría a una velocidad increíble. Y cada segundo iba más y más veloz.

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