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Nací y así mismo me caí, a mis cinco años me detectaron Leucemia, no sabía qué tan difícil era aquello.

A mis 15 años, me detectaron diabetes tipo II, ahí si lo entendía, se me dificultaba estar bien conmigo misma, caí en depresión, no estaba triste, estaba depresiva. A los meses de haber cumplido quince años, perdí mi pulmón derecho, ahora solo tengo el izquierdo.

A mis 17 años me detectaron un macroadenoma hipofisiario en el cerebro, me pregunté, ¿Por qué a mi?, ¿Por qué de tantas personas me tenía que suceder a mi?, si yo no pedí eso, porqué se nos era entregado tanto sin merecer aquello, ¿Acaso era un castigo?, no lo sabía.

Dejé de ir a la escuela, la terminé en casa. Obtuve mi título de la secundaria, ahora, mi debate mental es convencerme a mí misma que si nadie me notaba en la Universidad, no podrían indagar a la chica nueva y rara.

Inicié clases, en cada clase, me sentaba sola, aislada, estaba logrando lo qué deseaba desde un inició, ser invisible. ¿Amigos?, no necesitaba, solo necesitaba de mi viejo libro para recordarme que podía viajar a miles de lugares, tener amigos de todas las edades y diferentes culturas a través de uno, pero me equivocaba.

A los tiempos de comer, pagaba por mi comida y me iba tras las gradas del campus, allí fue donde empecé a notar diferentes dibujos, distorsionados por mi mala intuición acerca de las pinturas, no lograba entender, nunca alcanzaba a ver quien era el o la responsable de aquello.

Los días pasaban así, pero cada vez el dibujo se hacía más grande, está vez lo iba entendiendo, tenía sentido para ella, la noche estrellada de Van Gogh se le hacía presente ante sus ojos, pequeñas flores que reconoció como girasoles tenían el mismo estilo de la noche estrellada; aquello le fascinó de tal manera que fotografió el muro.

La chica se pasó un mes entero, caminando del comedor a las gradas del campus solo para ver aquel progreso, pero jamás daba con el artista.

Se tomó el atrevimiento de sacar una foto instantánea y escribir a puño y letra tras este un pequeño mensaje

"No sé quién seas,
No sé que sea,
Lo que sí sé,
Es qué la noche se acerca
Con la marea."

Dejó en el borde del muro seco, la fotografía con la noche estrellada. Con la emoción que empezaba a sentir, la muchacha buscó en su móvil para informarse acerca de aquel dibujo. Ella era lejana al mundo artístico, no era apasionada por nada referente al arte, no tenía conocimiento de aquello, sólo supo qué pieza era, porque quién le fue tutora cuando estuvo realizando estudios en casa, le mareaba sobre el tema.

Al pasar el mes, el muro estaba casi terminado, la noche estrellada de fondo, girasoles con la misma táctica y una pequeña sentada rodeada de aquellos pequeños rayos de luz. De aquellos ojos enormes, salían pequeñas lágrimas, aquellas eran las que más le causaba intriga, ¿Por qué?, ¿Acaso era así como se sentía aquella persona?.

Volvió a fotografiar el muro, escribió otra pequeña nota en este

"Ah de cargar un dolor muy pesado tu alma, pues aquel dolor genuino, abrazó la mia y no quiere salir, revivió los dolores de mi pasado y ahora quisiera acariciar tu alma, para que alivies tu carga"

Lo dejó dónde había puesto la fotografía anterior y observó que allí estaba, pero está vez, poseía letras que no eran suyas "Solo soy alguien que todos creen conocer, pero los únicos qué lo hacen son mis pinceles y paleta".

Aquello me dejó intrigada, más de un mes y no sabía quién era, aquella persona que le estaba creando aquel amor hacía el arte.

Desde esa vez, se dio la tarea de correr a las gradas sin pasar por su merienda, deseosa de conocer al artista, pero de tantas veces fallidas, una vez, observó que no estaba solo, porque sí, ese día supo que era un chico.

Se dio cuenta qué era el mariscal de campo y allí recordó lo qué había puesto en su fotografía "Alguien que todos creen conocer" , de allí sus mil y un preguntas abordaron su cabeza, pero algo le frenaba ir a hablarle, ¿Que si le disgusta su presencia?, ¿Qué pasaría si se enojaba por haberlo estado viendo desde lejos durante tanto tiempo?

Con paso rápido, la pequeña peli azul dio la vuelta y salió corriendo, echándole un ojo a su reloj, no pudo ver el muro con claridad pero sí supo que habían letras en la parte inferior al lado de la niña, quizás regresaría luego de salir de clases o quizás no, esa tarde había juego, y ella no quería ser vista. Muy en el fondo, ella temia ser vista por aquel joven, ella no tenía nada interesante por contra o mostrar y él, era todo lo contrario a ella.

Al volver a su zona de confort en su hogar, decidió optar por releer la misma página, donde tenía una frase que le gustaba muchísimo "Somos lo que recordamos", quizás la autora tenía razón, pero para su mala suerte, ella no tenía lindos recuerdos sino hasta ahora.

Gastar cada día observando a aquel chico pintar, fue la cosa más hermosa que había visto en sus dieciocho años, decidió cambiar los colores de su habitación a unos coloridos, el blanco empezó a ser cubierto por tonalidades azules y pidió tener el techo con miles de estrellas,donde cada noche al elevar su vista, pudiera recrear en su mente, aquél lindo dibujo.

Sus padres nunca le cuestionaban nada acerca de sus repentinas decisiones, siempre y cuando fuera para bien, esa era la segunda vez que buscaba cambiar algo y que no fuera depresivo, opaco.

Amaba el trato que ellos le brindaban, el día en que se enteró que era adoptada, que había sido un arreglo entre parejas de amigos, no hizo berrinche ni nada similar, todo lo contrario, les agradeció querer cuidar de alguien que solo les llevara tristezas y gastos en medicinas, doctores, cirugías y demás.

Quién le iba a decir qué querer aislarse más de lo normal, le cambiaría parte de su ser, tenía mucho que agradecer a aquel joven, quien supo llevaba por nombre Dallas. Cerró sus ojos y se dijo a sí misma que debía mencionarle lo qué había logrado en ella sin él tener que hacer el mínimo esfuerzo.

To That Person Who Shine Like ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora