-¡Persefone! - gritaba Démeter, usando sus manos para darle eco a su voz - ¡¿Hija mía, dónde estás?!
Unos pasos detrás suyo iba Hécate, la diosa de los caminos, sujetando una antorcha que iluminaba el sendero que ambas seguían.
-No puedo sentirla - le dijo a Démeter mientras con la mano libre sujetaba la correa de su perro mascota - es como si no estuviera entre nosotros...
- Es imposible - le contestó con frustración, mientras aceleraba el paso - mi hija está en algún lado. Yo la vi desaparecer con mis propios de ojos.
- ¿Era de día? - le preguntó Hécate, deteniéndose un momento
-Si, si. - le respondió esta, distraída - ¿Podrías ilumina...?
Démeter volteó a verla. Los largos cabellos de Hécate se habían alzado en punta, como si un viento los estuviera alzando. Sus ojos brillaron como si fueran llamas y cuando habló su voz parecía ser la de tres personas hablando al unísono.
-Escúchame, hija de Cronos. En vano buscas a tu hija en la tierra. El único capaz de revelarte su paradero es aquel que todo lo ve durante el día: Helios, el sol mismo. Es él quien te mostrará el camino a tu hija.
La apariencia de Hécate volvió a la normalidad. Démeter la miraba con alegría y una pizca de admiración por sus poderes.
-Gracias - le dijo tomándola de la mano - ahora sé a donde ir.
Helios era el dios encargado de llevar el sol durante el día, para lo cuál era ayudado por un carro tirado por toros de fuego.
Dejando de lado todo protocolo y etiqueta, Démeter corrió hacia él apenas le vio llegar al amanecer.
-¡Salve, Helios, al que llaman Panoptes porque todo lo ves! Lamento el venir sin anunciarme pero...
-¡Salve, Démeter! Has de saber que para mí no hay invitados sorpresas, pues a todos puedo ver llegar desde lo alto del cielo.
-Y es por tu maravilloso don que vengo a buscarte A pesar de mis grandes esfuerzos no logro dar con el paradero mi hija, Perséfone. Y si alguien puede ayudarme eres tú. ¿Has visto que fue de ella? ¡Por favor, contéstame!
-Tus palabras de madre me conmueven. Sí, sé quien es responsable de la desaparición de tu hija, pero no es lo único que he visto. En tu afán por buscarla has empezado a descuidar tu labor, la preocupación crece en los rostros de los hombres, pues temen que los cultivos....
-Antes de ser diosa, soy madre - le interrumpió Démeter, tratando de mantener la compostura - tan pronto encuentre a mi hija retomaré mis labores, antes no.
Helios comprendió. Día a día veía en el mundo como la pasión nublaba la razón. Los dioses no eran tan diferentes a los hombres.
-Tu hija estaba corriendo cuando la tierra se abrió. De allí salió el mismísimo Hades y la secuestró consigo hacia las entrañas de tu reino.
-Ha... des... - susurro Démeter mientras daba media vuelta - Gracias, Helios.
-Algo más - le dijo antes de Démeter terminará de alejarse - Zeus, el padre de todo, ha dado su consentimiento para esta unión...
-¡¿Cómo se atreve...?! - su voz se perdía mientras se alejaba con pasos decididos - Bien, parece que mis hermanos necesitan recordar que somos hijos del mismo padre.
Mientras tanto, el Olimpo se llenaba de los lamentos de los hombres.
-¡Maldita sea! - gritaba Zeus - ¿Por qué no se callan?
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Hades y Perséfone
RomanceUna reinvención del mito de Hades y Perséfone, cambiando la idea clásica de que Perséfone era una niña engañada y que buscaba algo más.