Green

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Hizashi prácticamente me arrastró hasta su casa. Sabía lo que me venía, no me molestaba en lo más mínimo.
Antes de poder darme cuenta, Hizashi estaba besándome de nuevo en la sala de su casa, correspondí gustoso, acercándome lo más que podía a su cuerpo, nuestras crecientes erecciones haciéndose visibles por encima de nuestros pantalones.
Bajé una mano hasta la entrepierna de Hizashi, masajeando el notable bulto que allí se encontraba. Oía y sentía los gemidos de Hizashi ahogados en mis labios.
Me arrodillé ante el, quitándole los pantalones y revelando su erecto miembro. De solo verlo podía sentir el líquido pre-seminal humedecer mi ropa interior.
Lamí la punta, sintiendo como la pelvis de Hizashi tenía una contracción, la cual presioné contra la pared rápidamente, lanzando una mirada lasciva a esos ojos rubí que me perseguían en sueños.

—Sho... —mi nombre fue cortado por un gemido cuando introduje su pene en mi boca.

Luego de acostumbrarme al tamaño, comencé a mover mi cabeza de adelante hacia atrás, mirando a Hizashi directamente a los ojos. Cada cierto tiempo pasaba mi lengua a lo largo del tronco, robándole gruñidos a Hizashi.
En el momento en el que me tomó del cabello y comenzó a mover mi cabeza cada vez más rápido, supe que dentro de poco tiempo llegaría al orgasmo.
Me detuve antes de que eso sucediera.
Lentamente me separé de su erección, liberando mi alborotado cabello de su agarre. Comencé a quitarme el suéter gris oscuro que llevaba puesto, siguiendo los pantalones poco después, quedándome en el bóxer negro que tenía en el momento.
Me acerqué al hombre que me tenía más loco que una cabra, besando y lamiendo su cuerpo hasta llegar a sus labios. Durante nuestra sesión de besos, desabotoné uno a uno los botones su camisa roja, torturándolo con mi tardanza.
Antes de poder darme cuenta, me cargó entre sus brazos y me llevó a su habitación, poniéndome en la cama mientras me seguía besando.
Lo quería dentro de mí, maldita sea.
Como si hubiese escuchado mis pensamientos, me quitó el bóxer, quedando totalmente desnudo ante él. Comenzó a prepararme mientras yo bajaba una mano hacia mi erección para masturbarme, pero una mano rápida tomó la mía antes de poder llegar a tocarme.

—No te permitiré hacer eso ahora, gatito —la voz de Hizashi y el hecho de que había tocado mi punto, me hicieron gemir e involuntariamente arquear la espalda.

—Zashi... —ríos de saliva salían de mi boca, saqué la lengua de forma suplicante, sin importar como eso me hiciera ver ante sus ojos. Estaba desesperado.

Hizashi sonrió, orgulloso de sí mismo.

—Con que quieres esto, ¿eh? —Antes de poder responder, Hizashi se había introducido en mi interior, haciéndome gemir, buscando sus labios.

Sentí como su mano en enrollaba en el tronco de mi pene mientras se movía rápidamente dentro de mí. Me abracé a él tanto con mis brazos como con mis piernas, me estaba dando donde me gustaba.
No pude evitar dejar marcas en la espalda de Hizashi con mis uñas. Comencé a besar su hombro, succionando y mordiendo, dejando una marca que le duraría un tiempo.
Luego capturé sus labios entre los míos, mordiendo su labio inferior para luego ser atacado por su lengua cuando se me escapó un gemido.
Mis manos inconscientemente se posaron en su cabeza, jalando levemente su rubio cabello.
Cada vez gemía más y más, el momento estaba cerca, pronto tendría un orgasmo.

—Hizashi... Me... —No pude terminar mi pensamiento porque había pasado, me había corrido en su mano, manchando nuestros cuerpos con mi semen.

—Eres un gatito muy malo... —dijo él sonriendo y separándose un poco de mí— Tendré que castigarte —dijo para tomarme de las caderas y moverse más rápido que antes, dando fuertes estocadas, haciendo que mi pene tuviese unas pocas contracciones más, limpiando mi interior totalmente.

Al poco tiempo, Hizashi se corrió dentro de mí, su caliente semen llenándome por dentro, se sentía fantástico.
Hizashi salió de mí, desplomándose a mi lado, ambos respirando pesadamente.

—¿Zashi? —pregunté, llamando su atención.

—¿Qué sucede? —Me miró un poco preocupado.

—Tú también me gustas —luego de decir eso, rió levemente.

—Eres un tonto —dijo con una gran sonrisa.

Luego de eso, ambos caímos en un profundo sueño, abrazándonos.

Karma ChameleonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora