El Valor de la Soledad

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*Sonidos del despertador*

- H- Hmm... *bostezo* ¿Ya amaneció? - me pregunto irónicamente pues de hecho ya sabía la respuesta -. *suspiro* A quién engaño... Otra vez no dormí bien - acoto levantándome de mi cama aún algo somnolienta y dirigiéndome a mi baño para darme una ducha -.

Ya no recordaba muy bien desde hace cuando mi vida se había vuelto así... ¿Un año? ¿Dos quizás? La verdad no lo sabía muy bien, tal vez tuvo que ver con el fallecimiento de mi padre hace cinco años. El fue un hombre muy bueno, cuidaba de mi y me amaba con todo su corazón ¿Mi madre? Pues por otro lado, a ella nunca la conocí, al parecer se fue cuando yo aún era muy pequeña así que no se quien es y tal como dice aquella frase: "No puedes extrañar aquello que no conoces". Al irse mi padre quedé destrozada y ya que era su única hija me quedé totalmente sola, hasta que mi abuela me buscó y me llevó a vivir con ella. De repente mi vida se había tornado algo menos dolorosa, pasaba con ella mucho tiempo y gracias al dinero de la herencia de mi padre pudimos vivir bastante cómodas las dos. 

- ¿Donde puse mi listón? - me pregunto mientras buscaba en el armario de mi habitación -. Juraría que lo preparé ayer en la noche... ¡Ajá! ¡Aquí estás! - digo tomando la pequeña prenda y colocándomela en el conjunto -. De verde a azul... Así que ya ha sido un año ¿Eh?

Mi abuela ya era bastante mayor cuando la conocí, sus sentimientos eran preciosos y me ayudó mucho a poder superar mi dolor, sin embargo los años no perdonan el tiempo a nadie y al final ella también se fue, justo durante mi último año de escuela, su última petición fue que fuera feliz, que a pesar de lo mucho que la vida me hiriese no dejara de sonreír.

 A partir de ese momento ya no tenía a nadie más, todo el dinero de mi padre se volvió mio y junto a ello tuve que aprender a vivir por mi cuenta. Dolida pero buscando mantener mi cordura decidí mudarme a una ciudad que se encontraba al otro lado del país, con el fin de inscribirme en un instituto aparentemente muy reconocido por su educación "El Instituto Femenino Yakimura". Hacerlo fue bastante fácil y antes de darme cuenta ya estaba en mi primer año de preparatoria. Al principio viví en un pequeño departamento mientras me acostumbraba a hacer todo por mi cuenta pero luego de un tiempo comencé a entablar una gran amistad con una de las maestras del instituto, su nombre es Julie y al final se terminó convirtiendo (de cierto modo) en la madre que nunca llegue a tener, me ayudó a conseguir una casa pequeña en la que vivo ahora, a abrir una cuenta de ahorros para todo el dinero que tenía y a aprender a administrar todo para poder vivir sola. Gracias a ella mis días se volvieron ligeramente más fáciles, pero las heridas que guardaba en mi corazón no se iban a ir tan fácilmente.

- Listo, parece que ya tengo todo *risita* - hablo mientras salía hacia la calle y cerraba la puerta de mi hogar con llave -. 

Con eso me dispuse a tomar mi bicicleta para ir hacia el instituto, de hecho aunque mi físico no es del todo bueno ir así al colegio se convirtió también en una costumbre de mi vida.

- Oh ¡Hola Saori! - me dice una chica que pasaba a mi lado caminando -. 

- ¿Hmm? Ah, eras tu Susy - reacciono notando que se trataba de una de mis compañeras del salón -. 

- Veo que te despertaste temprano si quieres puedo acompañarte... - me dice amigablemente -.

- ¿¡Eh!? A.. esto... Lo siento mucho, la verdad es que debo ir a hacer algo ahora mismo y no me gustaría hacer que tengas que acelerar tu paso - acoto mientras aumento la velocidad de mis pedaleadas y me alejo de ella -. ¡Nos vemos en el salón!

- Ah, claro... No hay ningún problema

- *suspiro* Lo volví a hacer... ¿Por qué no puedo dejar de ser así?

Delirios de EscritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora