La 3ª Generación

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La 3ª Generación

Mi abuelo llegó a Madrid en burro, se cansó de la casa y la huerta. Todos sus objetos de valor cabían en una maleta de cartón. En la cartera llevaba dinero suficiente para vivir unos días. Le acompañaba mi abuela cargando con un bebé en brazos y tres niños. Se alojaron en casa de unos familiares del pueblo. Vivían en una habitación.

Mi abuelo no sabía hacer la "o" con un canuto, no había ido a la escuela y tampoco era un gran trabajador, en cuanto podía se escaqueaba de sus responsabilidades dejando a su padre solo con el arado. Salvo en la época de siembra o cosecha no había mucho que hacer, el otoño y el invierno entero lo pasaban en la taberna jugando a las cartas.

Le contrataron en una fábrica y trabajó en una cadena de montaje.

Tres años más tarde, tenía un piso de doscientos metros cuadrados en propiedad, un seiscientos y dinero para gastar de vacaciones en la playa.

Mi padre no quiso trabajar en la fábrica de mi abuelo... Era revolucionario y no quería ser un enchufado... estudió hasta los veinticinco pero no terminó nada. De manifestación en manifestación, de mitin en mitin y pegando carteles recorrió el país acompañado por sus camaradas de partido: Un Simca 1.000, una tienda de campaña, un colega y dos jovencitas. Dejando en casa a la mujer y los niños. A los veintisiete comenzó a trabajar en la construcción y a los treinta y cinco ya tenía el piso pagado. Podía haber comprado otros tres, sino hubiese gastado el resto del dinero en cajetillas de Fortuna y botellas de ponche Caballero.

Los jóvenes de la 3ª generación – Incluso eso es ofensivo: Que nos llamen jóvenes teniendo casi cuarenta años. – llevamos toda la vida luchando por una oportunidad. Por el sueño de tener algún día una casita en el pueblo y una huerta.

- Mi abuelo, mi abuelo trabajaba de sol a sol... Y mi padre hizo la revolución, gracias a él tenemos la constitución...

Mi abuelo producía cinco y le pagaban diez. Mi padre producía algo más y le pagaban el doble. Cualquier joven de hoy produce veinte y le pagan cinco, de esos cinco el gobierno le quita la mitad para dárselo a mi abuelo, para pagarle la pensión que le permita irse de crucero.

Las guerras siempre comienzan por motivos económicos, el vencedor se aprovecha de los vencidos: Conflictos coloniales, guerra civil y mundial. Pero ese método de enriquecimiento utilizado desde los albores de la humanidad, requiere mucho derramamiento de sangre. Nuestros abuelos supieron solucionarlo, no explotarían a nadie por su raza o credo, vivirían a costa de sus propios hijos y nietos. 

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