Myeong olía todo, olía el olor la muerte se había creado en esa habitación. Era como en las películas. Una especie de armario gigante con cajones cuadrados, y si abrías uno de ellos te encontradas con un cadáver. Y uno de esos cajones estaba abierto. No sé veía a la persona sin vida, pero sí la bolsa negra que estaba encima del cuerpo.
Respiraba profundamente, o por lo menos hacía el intento, porque necesitaba tranquilizarse. El miedo seguía presente y eso la estaba matando. Se posicionó delante del cuerpo, y unos minutos después asintió para que la mujer destapara el cuerpo, y ésta lo hizo; claramente solo destapó la cara.
— Myeong, tómatelo con calma, ¿si? No te alteres, eres demasiado joven para estas cosas pero no había otra opción.
— No. — Susurró ella asustada.
Un lunar inconfundible yacía en la punta de la nariz del húmedo cuerpo, en el cual ya casi nada se reconocía, a parte de algunas que otras heridas.
Aquel lunar, algo que solo ella reconocería.