Ella es una maldita terrorista, no es más que eso. Una traidora a toda patria que no sea la suya, aunque ésta sea desconocida... Todos pagan por su cabeza, pero luego...
¿Qué pasará cuando todos se enamoren de esa t e r r o r i s t a ?
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Narra la escritora
—Pero esto está muy bruto, parro —se quejó Colombia al ver que los zombies estaban comiéndose a los girasoles.
—Ujuju, mucho dinerooo —decía Perú mientras recogía los soles que caían del cielo dándoles click.
Era un día un poco lluvioso, los dos amigos estaban en la habitación del colombiano disfrutando de algo de plantas vs zombies mientras México estaba en el baño cagando terrenos y Brasil al fin podía cocinar su sopa de mono. La paloma de Perú descansaba con tranquilidad en la cama de Colombia, el peruano a cada segundo volteaba para chequear que estuviera bien.
—Wuuuh, que bueno que ya salió —México salió del baño con una sonrisa aliviada mientras entraba a el cuarto.
Un relámpago se escuchó a lo lejos al igual que un grito algo femenino.
—Uy, ¡muchachos! —Brasil entró a la habitación— ¿Escucharon ese rempálago? —sus amigos se aguantaron la risa ante el "rempálago" y sólo asintieron— Que miedooo, kakaka —miró por una de las ventanas con interés y horror.
El mexicano se acercó a la cama en la que reposaba la paloma y se acostó a su lado para pegarse una merecida siesta...
Narra México
—Eh, ¿qué haces, México? —lo abracé por la cintura con cariño.
—Juro que haré plenamente legal el matrimonio joto para poder estar a tu lado.
—Oye, sólo somos amigos desde hace cuatro meses y ya te quieres casa- —lo interrumpí ahogando lo a besos—. ¡QUÍTATE, MIERDA! —no le hice caso y seguí insistente.
—Te amo~ —toque su barbilla abriendo levemente sus labios y me acerqué a él con ternura.
Cuando estaba a punto de besar-¡AHHH! ¡VERGAAA! ¡Están aplastando me!
—¡¿QUÉ MAMADA ESTÁN HACIENDO?! —les grite al ver que Perú y Colombia estaban encima mío.
—... Bueno, se cortó la luz y tengo mieo' cabri... ah, y estamos encima de tí porque de lo gordo que estás emanas calor —dijo Colombia sentado en mi estómago.
—Kakakaka —Brasil empezó a reírse.
—¡Pinche madre, quítate! —me limpie la baba que llegaba a mi barbilla y los tiré a los dos al suelo.
—U-Ugh —Perú sacó su celular y lo prendió pasa buscar su gorro que estaba en el piso—. ¿Dónde está? —siguió buscando.
Entre el profundo silencio en el que a veces había jadeos y quejas por parte de Perú se escuchó a alguien tocando la puerta. ¿Qué pedo? ¿Qué pedo?
