Señales

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Aquel manto estrellado era un espectáculo el cual admirar. La dama plateada se encontraba singularmente hermosa esa noche, con sus hijos revoloteando al rededor y brillando para ella de alegría.

Los lobos se regocijaban ante la suave pero poderosa luz lunar. Pues no sólo les brindaba esperanzas en la oscuridad, sino que les llenaba de vida el alma que por siglos vagan por el mundo y que se encargan de venerar a aquella deidad que los bendijo con suerte y alegría.

Pero esa noche en particular, se encontraba un lobo gris con abundante pelaje vagando sin sentido ante el extenso campo verdoso.

Lo sentía, su alma está triste, y por lo tanto, su cuerpo se volvía un saco de carne en movimiento. Sus orejas y su cola bajas, indicando el estado de ánimo deprimente del canino.

Se detuvo por un momento, olfateando el aire por mera costumbre, y su vista se elevó al cielo para admirar a la dama plateada. Estaba hermosa, como siempre, pero eso no fue suficiente para relajar al lobo que la observaba, y con eso, aulló.

Aulló lo más fuerte que su boca y cuerdas le permitían, solo para expresar el llanto que su alma cargaba injustamente.

Mi amado hijo ¿Por qué lloras?

No hubo respuesta, solo más llanto expresado en rugidos sordos para el viento que más tarde se los llevaría con él. Hasta qué, abruptamente, el lobo se detuvo en seco para observar a su alrededor.

Había alguien serca de él, lo sentía. Pero no sabía exactamente en dónde, por lo que decidió hacer lo que mejor sabía hacer: correr.

Correr hacia donde el instinto le gritará. Correr sin mirar atrás. Correr para descubrir lo que su alma añoraba con recelo.

Correr para sentirse completo.

No supo por cuánto tiempo lo hizo, ni le importaba saberlo, pero apenas apareció ante su campo de visión aquella mancha plateada sus pensamientos se disiparon solo para poner toda su atención en él.

Era otro lobo, sentado en sus patas traseras con su hocico en alto y su mirada fija en algún punto en particular. Su pelaje blanco y puro, brillante ante sus ojos que simplemente no pudo apartar la vista.

Quizás nunca lo haría ante semejante belleza.

Cuándo el lobo gris se posicionó a su lado, el lobo blanco se giró para quedar igualmente sentado, solo que frente a él.

No hubo palabras, y tampoco las necesitaban, con solo olfatearse mutuamente, sabían que su encuentro era más que una obra maestra creada por la fortuna.

No pasó mucho tiempo para que aquellos lobos comenzarán a restregarse entre si, para impregnarse del aroma del otro, sintiendo el calor mutuo. 

"Viniste, amor mío" habló el lobo de pelaje blanco. "No sabes cuánta falta me has hecho."

"No más de lo que yo he necesitado de ti" respondió. "mi corazón y mi alma se han distanciado al no tener tú presencia a mi lado. Eres el que une los motores de mi vida y él que desaparezcas solo hace de mi vida una pesadilla."

"No digas eso. Yo me sentido desamparado sin tú presencia, pero confiaba en que nuestra señora en lo alto nos volvería a unir en esta y en otras vidas, solo para seguir amándote como nunca."
El lobo de pelaje blanco se acerca a su acompañante y sin ningún aviso, le lame el cuello a modo de cariño, escuchando el gruñido de satisfacción del contrario.

Love, Love Omega ➳ VerkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora