Por siempre amada.

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Hola! se que tenía un tiempo sin actualizar estas mini historias, pero hubieron muchos percances que me alejaron no solo de este proyecto, sino de las novelas más completas. Pues aquí les dejo algo que escribí con la intención de participar en un concurso de cuentos en mi país... No lo he enviado aún y espero saber su opinión acerca de la historia. Tampoco le he puesto título, así que si a alguien se le ocurre alguno, pues bienvenido sea. Saludos, besos y abrazos!

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Abrí la puerta negra que te tenía contenida, deseosa por salir. Incluso creí escuchar tus gritos de auxilio, y como un buen caballero del llano que soy, acudí en tu rescate. Sabía que estabas allí, pero no te liberé tal vez fue por una cobardía anterior, una que ya no existía ahora que te veía nuevamente. Me sentí culpable al haberte encerrado allí , pensando en que jamás volvería a saber de ti, en que nunca escucharía tus murmullos, casi tan leves como la cálida brisa.

Fue como si nunca te hubiese hecho daño, pues me saludaste con un tímido 'Hola', un saludo que tanto extrañaba pero que me había prohibido volver a escuchar. Mis ojos se humedecieron con el sonido de tu voz, como si en tu preciosa alma no hubiese un rastro de rencor por haberte hecho cautiva, prisionera.

Por un instante, la parte dañina que habita en mí, y en todos los seres humanos, salió a flote. 'Déjala de nuevo allí' decía una y otra vez dentro de mi cabeza 'No la liberes, te destruirá como la última vez'. Pero sabía que ahora no podría dejarte allí, luego de darme cuenta que me habías perdonado. Ese mal innato de las personas no existía en ti, jamás lo hubo. Tal vez fue eso lo que me enamoró de ti, el saber que eras tan pura y suave como tu hermosa voz. Ese 'Hola' perduraría para siempre en mi memoria luego de haber sido la primera palabra que me decías después de no habernos visto en años.

'¿Después de todo este tiempo, y lo que pasó, sigues amándome?' preguntaste, y sin pensarlo dos veces, corrí hacia ti, con los brazos muy abiertos, anhelantes de sentir esa piel tuya, tan natural, tan tibia y morena. Al estar en tu presencia, lo primero que hice fue olfatearte, disfrutar de tu aroma, puro como todo tu ser. Aún olías a sol y a madera, al igual que cuando solías cantar en las fiestas, llenas de joropo, donde todos disfrutaban de tu melodiosa voz, una voz que yo siempre quise solo para mi, que no la compartieras con aquellas personas no merecedoras de tus armonías.

Te acaricié el cabello, tan sedoso como lo recordaba. Te reíste suavemente, y recordé que te daban cosquillas cada vez que tocaba aquellas finas y firmes hebras, de diversas tonalidades que yo encontraba encantadoras, a pesar de que a ti no te gustaba la variación de colores de tu larga cabellera.

Tomé tu cintura, que ni el encierro ni los años pudieron arruinar. Seguía firme, perfecta, con esa curva deliciosa que me volvía loco cada vez que te veía. Tomé impulso, y sentí que no hice esfuerzo alguno cuando te saqué de aquel lugar de muerte, de abandono y tristeza. Te coloqué de nuevo en el suelo, pero este era de tierra caliente y fértil. Estabas descalza, como te gustaba ponerte cuando te tocaba iniciar una batalla musical, pero el hervor de la tierra no te lastimó.

El sol te dio en el rostro, y te cubriste con tus morenos brazos. Imaginé que lo extrañabas más que a nada en el mundo, incluso lo extrañabas más que a mi. El ver a la brillante estrella hizo que tus pequeños ojos se cerraran completamente, y vi una pequeña lágrima correr por tu mejilla.

Delirios y TormentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora