Entrevista en La Luz.

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Estaba sentado frente a lo que parecía ser una mesa de algún material metálico, pues de ninguna otra manera podría estar tan helada. No había nada de luz, ni siquiera cuando escuché un chirrido que me indicó que una puerta se había abierto. Unos escalofríos extraños recorrieron mi espina dorsal. ¿Por qué tenía miedo? Ah, porque, además de aparecer en este lugar de la nada, algo más estaba en la supuesta habitación y no me dirigía la palabra. 

Podía escuchar el ligero silbido del aire acondicionado, y fue entonces cuando sentí que el algo que había entrado se estaba acercando hacia mi. No me moví, por miedo a que me lastimara o cayera al suelo. Estaba todo tan horriblemente oscuro, del modo en el que generalmente comienzan las peores pesadillas. Aunque hacía algo de frío, una pequeña gota de sudor resbalaba por mi frente, producto de los nervios más intensos que alguna persona podría sentir. Mis pensamientos fluían libremente, como si fueran un torrente indetenible de ideas. De acuerdo, debía relajarme. Como sea que haya llegado aquí, debía encontrar una manera de salir.

Un clic resonó en el espacio, haciendo un eco que duró unos pocos segundos, cuando de pronto se encendieron las luces. Todo era absolutamente brillante. Tuve que cerrar los ojos producto del ligero dolor que da cuando llevas un rato acostumbrado a la oscuridad. Llevé mis manos hasta los ojos y los froté levemente, hasta que con cuidado los fui abriendo.

Frente a mi, vi la silueta deun hombre de unos cincuenta años, blanco y de cabello medio canoso, con algunas arrugas en su cara. Tenía una nariz prominente y ojos de aspecto cansado, de un color marrón claro. Llevaba un traje elegante color beige y debajo una camisa blanca de botones. Parecía una especie de agente policial, aunque no le vi placa alguna.

-¿Qué es este lugar?- pregunté, aún con el ceño fruncido producto de la luz, que cada vez se me hacía más tolerable.

-Un punto neutro entre tu plano y el nuestro.- dijo el hombre. Su voz era áspera, aunque no denotaba enojo ni alegría. Era tan neutra como el lugar en el que supuestamente estábamos.

-¿Neutro? ¿Planos? Disculpe, señor oficial, pero no tengo idea de qué me está hablando.- dije. Estaba obviamente confundido. No tenía idea ni de como había llegado hasta aquí. De hecho, no recordaba estar en ningún otro lugar en toda mi vida naa más que en este. Era extraño, pues ya era un hombre adulto. No pude haber pasado mi infancia aquí.

-Digamos que es como una frontera. El mundo de los humanos y el nuestro tienen ese límite. Es allí donde estamos, pues no puedes entrar aún en nuestro mundo hasta dentro de un buen rato.- explicó el hombre, aunque la verdad no hizo absolutamente nada. Me dejó tan confundido como en un principio.

-En serio... Si está intentando ser claro, señor, pues no lo está haciendo bien. Sigo sin saber qué es esto y por qué estoy aquí. Así que si por favor pudiera explicarme... Se lo agradecería.-

El hombre sonrió. La verdad no le había encontrado lo gracioso al asunto. ¿Acaso se burlaba de mi?

-No, no me burlo de ti, humano. Y si, puedo leer tus pensamientos.- dijo, un segundo antes que exclamara cómo demonios había podido saber lo que pensaba.

-Bueno... Si yo soy humano, ¿Qué es usted? ¿Un fantasma? ¿Un extraterrestre?- comencé a desesperarme.  El hombre comenzó a reir a carcajadas

- ¿Fantasma? ¿Extraterrestre? No... Soy algo superior a eso. Yo soy un ser de luz.- dijo el hombre, sonriendo.

-¿Ser de luz? ¿Un ángel?- pregunté, sintiendo una extraña sensación en el estómago, como cuando esperas un regalo con emoción.

El hombre no me respondió a esa pregunta, pero se limitó a sonreir. Algo que tomé como una respuesta afirmativa. Vaya, un ángel me estaba hablando. Era increíble. De hecho, era imposible.

-No es imposible. De hecho, muchos seres de luz se comunican con ustedes los humanos a menudo. Solo que son tan ciegos que no se dan cuenta de lo que los rodea, de los mensajes que les llegan de nosotros. Existimos desde hace eones, antes que la misma tierra fuese formada. No digas que somos imposibles, pues no hay imposibles.-

-No... Bueno... Si es cierto eso, lo de que usted es un ángel, ¿Qué hago yo aquí? En este... Lugar entre los mundos.-

-Es por eso mismo que estás aquí. Porque puedes. No todos los humanos han podido salir más allá de sus límites espirituales, pero por extraño que parezca, tú y otras personas lo han logrado.-

Esto era una novedad impresionante. Un ángel me había dicho que era un ser especial, alguien que destacaba entre los otros. No por su intelecto, o por su físico, sino por el poder espiritual que poseía. Mi alma era poderosa.

Eso me había puesto a pensar, en las veces que sentía no pertenecer a algún lugar, o en las muchas ocasiones en las que me había topado con fenómenos extrasensoriales. Una vez había logrado salir de mi cuerpo y visitado diversas partes del mundo. No tenía idea del por qué podía recordar esto, si tan solo un rato antes no sabía ni de dónde venía.

-Por supuesto que tu alma es poderosa. Todas lo son, pero las de los humanos como tú lo son aún más. Ustedes tienen un vínculo con la luz que los diferencia. Eso en cierto modo puede acarrearte problemas, como que las personas se metan contigo por actuar diferente, o que las criaturas de la oscuridad sean atraídas hacia ti. Al ser un alma de luz, ellas pueden intentar robar de tu esencia.-

-No entiendo... ¿Es por eso que puedo salir de mi cuerpo cuando duermo? ¿O por qué tengo pesadillas con personas que han muerto o con demonios?-

-Exactamente. Las personas fallecidas que han quedado atrapadas en el mundo terrenal te ven como una ayuda para poder descansar en paz. Te envían mensajes a través de los sueños, tal como yo te estoy mandando este justo ahora...

Delirios y TormentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora