Parte Uno : Escondida de ti

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No entiendo por qué me gustas tanto.

No sé cuál es tu nombre...

O tal vez sí, solo quiero que algún día respiremos el mismo aire.

- - - - -

Siete minutos son los que contó Sarada para enamorarse de aquel rubio. ¿Enamorarse? Más bien le pareció que le dieron un flechazo de esos que se te graban en el corazón y son difíciles de borrar. Así lo sintió ella. Jamás había sentido algo tan fuerte por alguien y él vino a su mundo para revolucionarlo por completo. Una chica fría, calculadora, reservada y metódica, al menos a simple vista. Por el contrario tenía su personalidad dulce y cálida, solo que unos pocos podían ser capaces de conocerlo.

Uchiha Sarada asistía a un colegio privado para mujeres y desde la primaria no había cruzado una sola palabra con alguien del sexo opuesto. Pensaba que los hombres eran iguales a las novelas que ella leía a escondidas, sin que las profesoras se enteraran o su madre, pues hasta los quince años no tenían permitido cambiarse de colegio. Al menos ese instituto funcionaba así. ¿Cómo eran los hombres? Dulces, caballeros y encantadores. La realidad le hizo comprender que nada de eso existía y que aquellas descripciones solo encajaban en las novelas de ficción. Nada se asemejaba a la realidad. Lo comprendió ese día que lo conoció. Para nada eran "dulces, caballeros o encantadores". Todo lo contrario.

El colegio privado era casi como un internado, con la diferencia que solo las alumnas nuevas eran las únicas que podían entrar y salir, es decir, aquellas que no estaban matriculadas desde la primaria como ella. Era el caso de algunas pocas privilegiadas. Sarada hubiera querido ser alguna de ellas y no podía. Jamás se había cruzado con un chico y mucho menos tenido el contacto necesario como para interactuar con ellos.

Su rutina era la de siempre: se levantaba temprano, lavaba algo de su ropa, se peinaba y a veces salía al enorme jardín para leer alguna de las novelas que tanto amaba. Otra veces leía sobre cualquier otra cosa interesante. Era como su momento a solas hasta que su amiga Yodo la veía por la tarde. No convivían en la misma habitación. Ella tuvo la fortuna de estar sola. Al menos hasta ese día.

—Tendrás una nueva compañera de habitación—indicó la tutora Mirai.

—Gracias—agradeció.

Para Sarada era todo una novedad saber que compartiría cuarto con alguien. En su mente imaginó todo tipo de mujer. Una chica tranquila, una revoltosa, una reservada, incluso alguien tan indomable como ella. Rubia, pelirroja, castaña, morocha. Flaca, alta, bajita, rellenita. No lograba imaginarse qué tipo de mujer sería su compañera. No tenía sentido pensarlo demasiado. Lo único que sabía era su dichoso nombre: Uzumaki Himawari. El nombre le agradaba. Ojalá que ella fuera igual que su nombre.

—¿Le gustarán los girasoles?—se preguntó.

Las clases comenzarían al día siguiente, pero esa mañana conocería a su compañera de cuarto. Como todos los días, decidió salir al jardín para continuar su lectura. Abrió el libro en la página correspondiente y entonces empezó la lectura. Línea por línea, su concentración no podía distraerse, o eso imaginó hasta que el maullido de un gato completamente blanco y un collar rojo con cascabel, le llamó la atención. El pequeño estaba asustado y enseguida entendió por qué. Estaba sobre un árbol y no podía bajar.

—Oh, vaya—musitó y se acercó al árbol.

No podía treparlo. No sabía cómo hacerlo y así arruinaría sus prendas. Su quipao rojo preferido se rasgaría y no quería comprarse nueva ropa o pedirle a su madre eso. Suspiró.

7 Minutos Para Enamorarte (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora