En un mundo rodeado de la presencia de la apariencia, pareciese que es lo único que importase en la vida. Ya la persona no vale por si misma, sino por lo que demuestra, por lo que tiene y lo que puede llegar a tener.Las personas se mueven a basa de intereses egoístas y narcisistas haciendo ver al resto como simples marionetas de su juego, por un momento pareciera que no existen en su mundo, o sólo no son interesantes para ellos.
En un sólo instante uno se puede sentir que su vida no se está moviendo en la dirección correcta o al menos no saber para donde está yendo. Y en ese momento aparecen las mil y una voces de gente hipócrita que sólo quiere lo mejor para los suyos que convencen a uno que está yendo por el camino correcto. Porque en este mundo, existe muy poco el ayudar sin obtener beneficio para uno, porque en esta sociedad primero está uno mismo y después todos los demás.
Es tan común ver de un momento a otro sonreír falsamente e hipocritamente y por debajo hablar mal de esa persona. Duele tanto que te digan tus defectos en la cara, a espaldas aún más. En esta sociedad de apariencias y estándares, cuando un ser querido te dice un defecto no sabes como reaccionar. ¿Me río o lloro? Si me río, voy a ser otra hipócrita más. Pero si lloro, voy a demostrar que me importa y eso es lo que uno menos quiere.
Uno no elige la familia que le toca, se puede elegir los amigos, ¿pero que es preferible, tener amigos hipócritas o no tener amigos?No hay familia que no exista el cotorreo, no hay grupo de amigos que o exista el chusmerío, no hay sociedad que no exista el hipocritismo.
De todas maneras, la hipocresía es algo tan común y tan anajenado en todos los sentidos que ya se introduce en nuestra piel y forma parte de nuestra vida cotidiana hasta convertir a uno en un hipócrita más.