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Hola! Hola! ٩(^ᴗ^)۶

Noticia de último momento: Ya llegamos a la mitad de esta historia! ლ(・ヮ・ლ) 

Lo que quiere decir que ya solo quedan siete capítulos más para que termine (ಥ﹏ಥ)

De verdad tengo que agradecerle de nuevo a mi pequeña Kohai @Ressel_M por inspirarme con sus historias ShinSoukoku, ciertamente sin ella esta historia no hubiera visto la luz todavía ʕ→ᴥ←ʔ 

Ahora si! Espero que disfruten de la lectura! 

—0—

 [... ¡Ay! Mi bien ¿Qué no haría yo por ti?

Por tenerte un segundo, alejados del mundo y cerquita de mi...

¡Ay! Mi bien, como el río Magdalena, que se funde en la arena del mar...

Quiero fundirme yo en ti...]

...

Ryuunosuke se movió un poco en su cama, emitiendo un pequeño gemido cargado de pura frustración al sentirse atrapado nuevamente en ese estado tan lamentable. El pecho le dolía con una intensidad abrumadora, como si lo hubieran golpeado repetidamente hasta perforarle la caja torácica, su garganta estaba tan inflamada que la simple acción de pasar saliva era un martirio, su cabeza le pulsaba con profunda molestia, mareándolo en repetidas ocasiones y haciendo que no pudiera siquiera levantarse de la cama sin sentir la espantosa sensación de vértigo, comprimiendo su malestar hasta la boca de su estómago. A su lado, el señor Hirotsu le hacía compañía mientras su padre iba y venía constantemente checando su proceso de recuperación. 

—Bebe un poco de agua, Ryuunosuke. —El Alfa ayudó al azabache a sentarse en la cama, pasándole un vaso de cristal. —Tienes que mantenerte hidratado si quieres que la fiebre mejore pronto.

El Omega aceptó las indicaciones del mayor, bebiendo el líquido casi con desesperación, agradeciéndole en silencio para evitar esforzar de más su lastimada garganta. Hirotsu esperó con paciencia a que el menor terminara de beber, apartando el vaso y recostando de nuevo al azabache en la cama, cubriéndolo con cuidado con las sábanas. Justo en ese momento Mori entró de nuevo en la habitación, llevando en una de sus manos varias cajas con medicamentos, de su cuello colgaba un estetoscopio. Hirotsu lo miró con atención, recordando cómo solía lucir el joven doctor, enfundado siempre en su pulcra blanca bata, cuando aún ejercía con gusto su profesión.

—¿Cómo te encuentras Ryuu? —Mori se sentó en la cama al lado del joven Omega, acariciando su rostro superficialmente para comprobar la temperatura de su cuerpo. Su expresión parecía irradiar tranquilidad pero sus ojos se veían empañados por la latente preocupación. Hirotsu conocía muy bien a su jefe, Mori podía engañar a cualquiera con sus vacías caretas pero las emociones que se reflejaban en sus ojos siempre lo terminaban delatando. —Al menos la fiebre parece estar bajando de intensidad, esa es una buena noticia.

El menor hizo un gesto de ofuscación, rodeando su garganta con sus delgadas y pálidas manos. Mori comprendió al instante lo que su hijo quería decirle.

—Es normal que tengas la garganta inflamada, sospecho que la infección se extendió con rapidez durante la noche. Lo que escapa por completo de mi comprensión es la razón por la cual adquiriste esta infección, ya tenía tiempo que la fiebre no te golpeaba con tanta fuerza. —El Beta comenzó a buscar algo entre todas las cajas de medicamentos que traía consigo, tratando de hallar el adecuado para aliviar las dolencias del Omega. —Voy a dejar el medicamento aquí, Hirotsu te ayudará mientras yo termino de resolver unos asuntos con la administración del resort. Estaré de regreso pronto, lo prometo.

MuñecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora