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Estaba lleno, mi estomago no soportaba un minuto más dentro de mis ajustados jeans.
-¿Quieres otra rebanada?.
Negué inmediatamente, Louis aún tenía las mejillas llenas de pizza.
-Comiste tan poco.
Fruncí el ceño.
-¿De que hablas?, ¡Comí muchísimo!.
Louis río.
-Claro que no, a menos que dos rebanadas sean muchas para ti.
-¡Oh no!, ve esto.
Levante mi playera, dejando ver mi barriga abultada a la vista de Louis, el cual la veía con ojos grandes.
-¿Está demasiado fea?.
Mis mejillas se encendieron en rojo, mientras trataba de bajar mi playera rápidamente.
-¡No lo hagas!.
Louis detuvo mi rápido movimiento, dejando mi barriga expuesta una vez más.
-Te verías hermoso, ¿Lo sabes?.
Fruncí el ceño.
-¿Me vería hermoso siendo gordito?.
Louis río mientras acariciaba al rededor de mi ombligo.
-Te verías hermoso teniendo un pequeño bebé aquí.
Mis mejillas se encendieron en rojo intenso.
-¿Q-que?.
-¿No lo crees?, un niña igual de hermosa que tú, con tus rizados cabellos y tus hermosos ojos verdes, una piel tan suavecita como un melocotón.
-Lou...
Deje salir un pequeño suspiro.
-O tal vez un pequeño niño, con mis feos ojos y mi cabello lacio, con una actitud revoltosa, corriendo por todos lados.
Mis labios se abrieron de par en par, sin saber que decir.
-¿No te gustaría?.
Acaricie los cabellos lacios de Louis.
-Creo que sería prefecto tener una familia contigo, Louis...
Los azules ojos del amor de mi vida voltearon a verme, arrugados de las esquinas por la amplia sonrisa que tenía en los labios.
-Te prometo que así será Harry, algún día tu y yo vamos a tener un par de niños gritado y jugando sus parar en nuestra casa.
Sonreí un poco.
-Te creo.
Louis unió sus labios con los míos en un lento y amoroso beso, dejando juras nuestras narices, para después suturar un:
-Te amo.
Mi corazón se aceleraba cada y que decía esas dos palabras, no importaba cuantas veces las haya dicho antes.
-También te amo.
Conteste con una sonrisa en los labios, sintiéndome el hombre más afortunado del mundo por tenerlo a él a mi lado.
-¿Ahora vamos a dormir?.
Pregunto Louis, haciéndome soltar una gran carcajada.
-¡Si que eres una anciano!.
Louis abrió los labios de par en par.
-¡No lo soy!.
Sonreí.
-Lo eres, acabas de comer y te da sueño, eso es ser un anciano.
-¿Tu no tenías que revisar trabajos de tus alumnos?, deberías de hacer eso en vez de insultarme de manera pasivo-agresiva.
Solté una carcajada.
-Te ayudaré a limpiar aquí, aún hay tiempo.
-Esta bien lindo, ve, yo me encargo de esto.
Tomé su mano entre la mía y fijé mis ojos en los suyos.
-Eres el hombre más lindo del mundo.
Louis negó.
-Estás equivocando, ese lugar ya está ocupado por ti.
-Cállate, déjame ganar por una vez.
-Yo soy el sexy de la relación.
Asentí.
-Estoy de acuerdo, estaré arriba, si necesitas algo puedes hablarme, ¿Bien?.
Asintió.
-Oh Harry, voy a salir por mis cosas... ¿Me puedo quedar aquí, verdad?.
Sonreí.
-No tienes siquiera que preguntarme, esta casa es tu casa.

La casa estaba en completo silencio, las hojas coloridas adornaban mi escritorio, y una sonrisa impecable adornaba mis labios, pues todas las cartas decían cosas hermosas que hacían llenar mi corazón de alegría.
Eres muy valiente Harry.
Espero que tú y Louis estén juntos.
No me gusta como tratas a las personas aveces, deberías de ser más bonito.
Estoy seguro que eres muy bonito, me gustaría ser como tú.
Los días nublados son lo mejor.
El sol me gusta a mi también.
Esta bien que te guste alguien, a mi también me gusta alguien.

Todas y cada una de las cartas estaban impregnadas de inocencia.
La puerta se cerró y sonreí, pues alguien más hacían reunido, las paredes de toda la casa encerraban por si mismas el único e incomparable sentimiento de un hogar, un lugar cálido y lleno de emociones agradables, con un ambiente ligero que tibiaba tus huesos con amor, así se sentía la casa, nuestra casa.

-¡Estoy en casa Harry!.
Louis gritó, después de haberse ido por una hora o un poco más.
-Bienvenido.
Sonreí, bajando las escaleras, mientras peinaba mis cabellos mojados hacia atrás.
-¿Me has extrañado?.
Un impecable puchero apareció en su labio inferior.
-Te extraño siempre, incluso si estas cerca de mi.
-Tú dramatismo sigue intacto, ¿No es así?.
Rodee los ojos y sonreí.
-¿Eso es todo lo que tienes?.
Apunte la maleta que estaba su lado, de un tamaño bastante pequeño.
-Bueno, no podía cargar muchas cosas en mi largo viaje... así que compacte todo en esta pequeña maleta.
Palmeó el cuero falso de la misma, yo sonreí.
-Esta bien, ahora tenemos una excusa para ir de compras, necesitamos adaptar esta pequeña casa para dos.
Louis sonrió y caminó hasta estar delante de mi.
-Pensé que nunca llegaría este momento, ¿Sabes?.
Pasé saliva y asentí.
-Estoy tan feliz de estar aquí, contigo a mi lado.
Sonreí y junté nuestras frentes.
-No pienso irme una vez más, siempre estaré aquí, para ti.
Sonrió.
-Siento que los primeros veinticinco años que vivamos juntos, nos la pasaremos pidiendo disculpas por el pasado.
Solté una pequeña carcajada.
-Son necesarias esas disculpas, para mí lo son.
-¿Algún día pararan?.
Me encogí de hombros, aún sin despegar nuestras frentes, pero con nuestras manos uniéndose lentamente.
-Pararán cuando hayamos dejado de sentir el vacío que dejamos pasar, el tiempo que desperdiciamos estando lejos uno del otro.
-¿Eso es un nunca?.
Asentí.
-Lo es.
Sonrió un poco, antes de sellar sus labios con los míos en un lento y amoroso beso, lleno de amor, cargado de todos aquellos sentimientos arrumbados durante años.

-Estoy seguro que este sweater está en tu armario desde que nos conocimos.
Frunció el ceño y negó.
-No lo creo.
Voltee los ojos.
-Nunca te importó estar a la moda, de todas formas.
Soltó una ligera carcajada.
-Sigo pensando que es injusto que solo un tercio del armario me corresponda.
-Mis trajes son importantes y muy delicados.
-Sigo sin creer que llevas esos trajes a la escuela donde das clases, tus alumnos de seguro están enamorados secretamente de ti.
Negué con una sonrisa.
-Estoy seguro que ya se acostumbraron a verme con ellos.
-No lo creo, yo no me cansaría de verte en esas botas de tacón con brillos.
Mis mejillas se sintieron calientes.
-Esas solo son para ocasiones importantes.
Louis sonrió, sin cuestionar lo que había en mi closet, solo se dedicaba a doblar y colgar prolijamente sus pertenecías.
-Eres increíble.
Susurró.
-¿Qué?.
Mi ceño se frunció.
-Dije que eres increíble, porque puedes ponerte cualquier cosa, de cualquier forma y siempre se verá genial, cualquier color, cualquier estilo, cualquier género, todo luce bien en ti... quiero decir, tú haces que la ropa luzca bien, el secreto, creo yo, eres tú.
Mi rostro estaba pintado de un rojo intenso. No estaba acostumbrado a ese tipo de cumplidos, había perdido la capacidad de escucharlos sin tartamudear para contestar a ellos.
Apoyé el peso en las palmas de mis manos, recargándome sobre el piso, para después saltar sin cuidado sobre el peso de Louis, haciendo que cayera sobre el suelo de espaldas.
-¿Nunca te vas a cansar de avergonzarme?.
-No es mi culpa que te avergüences de lo lindo que eres.
Volvió a mencionar esta bonita frase, aquellas simples palabras que, aunque pareciera mentira, aún hacían temblar cada parte de mi ser.
Apreté mis labios en una línea y escondí mi rostro en su cuello, aspirando su piel, que no solo tenía un tono canela, también olía a ella.
-Te extrañé tanto.
Susurré, sintiendo como sus brazos se apretaban a mi alrededor, juntando nuestros cuerpos aún más, haciéndome sentir su corazón latir bajo el mío, latir al mismo tiempo, con la misma energía y con el mismo amor, los dos latiendo en la misma sintonía, amándose igual que hace años, todo seguía intacto y yo estaba tan agradecido por eso.

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2021 ⏰

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