Capítulo II

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Barullos se escuchaba en la comisaría de Loguetown. Todos los oficiales estaban a sus puestos, recibiendo llamadas de personas por temas como: me han robado la cartera, un gilipollas me ha denunciado, otro gilipollas ha golpeado mi mascota… En fin, no había nada interesante en todas esas conversaciones, era más de lo mismo. Yo estoy aquí, revisando los últimos documentos que nos han entregado, buscando pistas sobre el paradero de algunos criminales que el Gobierno no podía ignorar. Y no era el único que estaba trabajando para ellos.

Kaku, Kalifa y Spandam eran los otros tres miembros. Éste último era un inútil y un cobarde. Desde un principio, era mi jefe, pero un acontecimiento ocurrió y el Gobierno decidió que yo sea el líder. Y debía soportar a este idiota que me dan ganas de escupirle la cara. Los otros dos por lo menos me agradaban, pero eran simplemente compañeros que debían seguir las órdenes. Y nos encomendaron en estar con el comisario Smoker junto con la capitana Tashigi. Ambos eran lo mejor que existía en el cuerpo de policía y era real. Leí sus informes al pie de la letra y ellos no se daban por vencido cuando se trataba de un criminal buscado.

Debería apuntar en comprar la comida a Hattori e ir a una tienda de discos. Necesitaba buscar esa canción que sonaba en aquel club. El aroma de esa chica aún estaba impregnada en mis fosas nasales, no queriendo olvidarla. ¿Cómo lo iba hacer si era lo más maravilloso que he encontrado en mucho tiempo? Lo malo de todo era que solo podía verla un día a la semana. Era la primera vez que iba a un negocio custodiado por uno de los hombres más poderosos de la ciudad: Donquixote Doflamingo. Él estaba siendo investigado por tráfico de armas y mujeres. No sabía con certeza porque esa chica estaba ahí metida. ¿Por dinero o por placer?

Necesitaba un trago de café urgentemente o, más bien, una copa de brandy para calmar mi garganta seca. Sentir ese líquido arder por toda mi tráquea era de lo más placentera. Kaku me leyó el pensamiento y me trajo el café, se lo agradecí. Él y yo pasábamos el tiempo juntos vigilando en cada rincón de la ciudad, buscando sospechosos. Él era todo lo contrario. Bondadoso y con un gran corazón que no dudaría en ayudar a quienes lo necesitaban. Yo solo acataba órdenes de mis superiores. Ninguno de mis compañeros sabía de mi secreto: que iba a todos los clubes para satisfacer mis necesidades. La bestia que llevaba dentro me rugía sin cesar, deseando desfogarse con cualquier mujer.

Y ella ha sido la indicada en todos mis deseos carnales. Esa chica quería aprender más y parece que lo disfrutaba cada vez que la tocaba. Esa tensión sexual que había era inminente, difícil de ignorar. Cómo me gustaría volver a encontrármela; menos mal que me fijo en pequeños detalles. Tatuaje en su muñeca que dice “death” y piercing en la comisura de sus labios. No todas las chicas podrían tener los mismo o sí. Yo era muy detallista en ese aspecto, saber si nombre ya me bastaba para encontrarla en los documentos de la policía. Tengo la sospecha de que esa chica sea gótica. ¿Y si lo intentara?

Tenía el ordenador enfrente mía, así que empecé a buscar información sobre chicas góticas que estén registradas. Vaya… ¡Trescientas mujeres! Vale, habrá que idear otro plan. ¿Y si las reduzco poniendo piercing en la comisura de sus labios? ¡Ciento cincuenta! Esto me llevará un tiempo en descifrar quien era. Empecé a indagar y a mirar las fotos de las jóvenes. Algunas han cometido delitos no tan graves, otras estaban limpias de pies a cabeza. Me volveré loco si acudo a cada una de ellas. Un momento, me había fijado que algunas se mudaron de la ciudad. Reducir a quienes vivan aquí. ¡Cincuenta mujeres! Cien se han ido y las otras seguían aquí.

Esto no me estaba ayudando mucho que digamos. Me acomodé en mi sitio con la mirada fija en el techo. ¿Cuántas probabilidades ahí de encontrármela? Una de cada cien, me suponía. Borré el historial de la página mientras escuchaba a mis compañeros una conversación que no le gustaba hablar Spandam. Se trataba de una chica que conoció hace un par de semanas. ¿Qué chica se fijaría en alguien como él? Debía de ser una estúpida en todos los sentidos. Me levanté de mi sitio cogiendo mi sombrero de copa dispuesto a salir de la comisaría, necesitaba cambiar de aires. Buscar víctimas y que sufran a base de golpes me satisfacía. Era por eso que el Gobierno confiaba en mí, pero con Smoker era difícil conseguirlo; aunque si había uno que era complicado pues acudía a mí.

Amar a una "gótica" (Lucci x Golzy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora