CAPÍTULO 24

757 129 101
                                    

YA ESTABA AMANECIENDO cuando Ce dejó la mansión de sus padres en Lincoln Park

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

YA ESTABA AMANECIENDO cuando Ce dejó la mansión de sus padres en Lincoln Park. Nicklas Kroos, el líder de seguridad de la familia, un hombre con una clara herencia vikinga, detuvo su auto antes de salir para preguntarle a dónde se dirigía. No le sorprendió que lo hiciera y, como siempre, Ce mintió con descaro. Antes solía ponerse muy nerviosa al mentir; incluso llegaba a sentirse un poco culpable. Ahora era tan fácil como respirar, y era innato en ella mientras estuviera cerca de su familia.

Llevaba dos días con sus padres. Dos días largos y agotadores de sonrisas fingidas y miradas veladas. Dos días de conversaciones vacías y silencios incómodos.

Cuando había arribado a la mansión, había tomado a sus padres por sorpresa. Sin embargo, no había agitado ni un poco sus vidas; su madre había sonreído con frivolidad y le había dicho que el corte de cabello le quedaba muy mal, mientras que su padre la había mirado en silencio por un minuto completo antes de preguntarle si necesitaba dinero y Ce le había dicho que no.

—No lo olvide, señorita Carlson —dijo Nicklas, antes de abrir la puerta de seguridad—: sus padres la esperan para cenar como todas las noches.

Ce asintió y esbozó una sonrisa, al mismo tiempo que un escalofrío bajaba por su columna. Arrancó el auto y condujo hacia el mirador 360°. No tenía ninguna necesidad de ir al mirador, pero su apartamento quedaba cerca; Ce había empezado a alquilarlo desde su cumpleaños dieciocho, cuando decidió que había tenido suficiente convivencia con sus padres. Obviamente, ellos tenían conocimiento de esto, pero les importaba poco o nada dónde estuviera ubicado, así que a Ce casi le parecía como su santuario secreto.

Diez minutos después, Ce entró en el estacionamiento del edificio y estacionó en su espacio personal. Saludo a AJ, el encargado de la recepción, antes de seguir su camino. Luego subió. Ce buscó su llave magnética y abrió la puerta. El departamento estaba en completo silencio. La luz suave que se filtraba entre las cortinas empezaba a disipar la penumbra.

Dejó su bolso en un sillón de la sala y encendió la cafetera, en la cocina. Después se dirigió a la habitación. Había papeles dispersos sobre su escritorio. Su laptop estaba en la mesita de noche y, descansando encima, el diario de Rosie. Por último, su mirada se detuvo en la cama, donde Aspen estaba dormido.

Al verlo, Ce sintió una presión en el pecho y luchó contra el impulso de acercarse. No se habían visto desde su llegada a Chicago. Ella lo había dejado en el apartamento y luego había regresado a la casa de sus padres. Habían mantenido su comunicación estrictamente por celular. Ce no había regresado hasta ese momento, y solo lo estaba haciendo porque él la había llamado la noche anterior para decirle que había encontrado la pista que ella necesitaba para seguir adelante con su plan.

Con un suspiro, se acercó a la ventana y corrió las cortinas; los débiles rayos del sol inundaron la habitación. En la cama, Aspen murmuró algo inentendible y su cuerpo se agitó bajo las sábanas. Sus ojos se abrieron despacio y la miró. Ce le sostuvo la mirada hasta que se sentó.

Antes de ser extraños  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora