01. ➵ Wonderwall.

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El avión donde cierta pelimorada se transportaba hacia el lugar que le había traído tantas emociones mezcladas, había aterrizado finalmente después de dos horas de vuelo. Maddavil se levantó del asiento mientras estiraba sutilmente sus extremidades y se acomodaba la ropa que llevaba, para su mala suerte, el vuelo tuvo un retraso de media hora por lo que se vio obligada a cambiar su prenda de vagabunda a los diseños fabulosos que Evie le había enviado, en el baño del avión.

— Maldición — murmuró para sí misma cuando el primer rayo de sol le impactó de lleno en el rostro, sintió el cálido abrazo del sol a su alrededor y comenzó a pensar que quizás volver no había sido tan mala decisión. Más que mal, era el compromiso de su hermana y ella luego volvería por unos meses más a Inglaterra, lejos de todo y todos.

Lejos de él.

Sacudió su cabeza de manera dismulada cuando el primer paso que dio en suelo de Auradon, le brindó una ráfaga de recuerdos desde la última vez que había hospedado en el reino del novio de su hermana. La Isla, Harry, la poción, Heathell.

No pudo evitar que su corazón se estrujara ante el simple recuerdo del pirata y se preguntó que habrá sido de él, ¿seguirá en Auradon? ¿Volvió a la Isla? ¿Estará con Heathell? ¿Si quiera está bien? ¿Que será de él?

Y nuevamente, su corazón se estrujó como lo había estado haciendo los últimos meses cada que el rostro perfilado y los azulados ojos del pirata volvían a su mente junto a un millón de estacas en su interior. Odiaba lo que le hacía sentir.

Pero no podía odiarlo a él aunque tratara.

Y eso la frustraba como no tienen idea.

Salió de aquella profunda y curiosa mente suya cuando su celular comenzó a sonar con aquél pitido insoportable que, muchas veces, la hacía despertar de mal humor. Creyendo que sólo se trataba de la alarma se disponía a apagar el aparato cuando cayó en cuenta que era una llamada entrante de nada más ni nada menos que Carlos de Vil.

Contestó sin más preámbulos — ¿Tanto me extrañas que no puedes esperar a oír mí voz en unas horas? — se burló para escuchar una pequeña risa por parte de su fiel amigo al otro lado del teléfono.

— Créeme que estaba rogando porque al avión se le incendiara un ala — bromeó de Vil haciendo carcajear a su amiga — Y no es que te desee el mal, pero ojalá haya sido justo tu asiento el que se incinerara.

— ¡Ja, ja! que gracioso eres maldito pecoso, ¿qué querías? No tengo todo el día — se quejó mientras caminaba hacia la salida del aeropuerto buscando algún transporte — Necesito llegar al castillo y no tengo la más mínima idea de cómo lo haré así que si me llamabas para molestar, pues puedes meterte esas molestias dond...

— ¿Quieres dejar de hablar peor que mí madre cuando gruñe y ver al frente de ti? — la interrumpió su amigo mientras reía un poco, Maddavil frunció el ceño confundida sin despegar el celular de su oreja y levantó la vista, claramente frente a ella se encontraba Carlos y Jay, quienes estaban esperándola con una de las tantas limusinas negras del reino.

No pudo evitar soltar un pequeño chillido de emoción mientras se apuraba para correr a los brazos de sus amigos, al cruzar la calle casi resbala con un vaso con soda, que se encontraba regado en medio de la calle, haciendo reír a sus amigos.

— ¡Me hubiera gustado ver cómo te caías! — bromeó Carlos mientras recibía en un cariñoso abrazo a su amiga de toda la vida, la cual no tardó en enrollar sus cortos brazos al torso del chico de las pecas apenas llegó a su lado.

— Genial, yo estoy pintado aquí — se quejó Jay llamando la atención de Maddavil, quién rió y se tiró a sus brazos ejerciendo fuerza — También te extrañé pero quisiera respirar, gracias.

𝗪𝗶𝗹𝗱𝗲𝘀𝘁 𝗗𝗿𝗲𝗮𝗺𝘀 (harry hook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora