CAPÍTULO 1: DESPUÉS DE LA TORMENTA

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En el momento que tuvo consciencia y abrió bien los ojos, se dio cuenta de que algo andaba mal... no era su tiempo, no era su mundo. Incorporándose lentamente y al quedar sentada en el pavimento, un fuerte dolor en la cabeza y en su pierna le hizo recordar a lo lejos la batalla: su "familia", el combate, la sangre, la tormenta, el viaje... pero no sabía a dónde había ido a parar.

Ya más repuesta, camino lentamente por aquellas calles tan conocidas y, al mismo tiempo, tan extrañas. Así anduvo por varias horas hasta que el apetito y el sueño hicieron que preguntara a alguien que pasaba por ahí:

-Perdón pero, ¿qué es aquí? ¿Qué fecha es?

-Linda, estás en Nueva York, es el 3 de mayo

-¿Pero de qué año?

-2012... - dijo la anciana con un rostro extrañado

-¡No es posible, van a destruirnos!

Tan rápido como pudo, aceleró el paso y llegó a la iglesia donde conoció a Kurt, ese amigo que siempre fue creyente en algo que no sabía si realmente existía. Entró al recinto llamando a su amigo, pero en su lugar, salió el sacerdote encargado:

-¿Qué deseas, hija?

-Emm... busco... busco a Kurt... Kurt Wagner, un amigo que vivía aquí –dijo ella con voz dudosa

-¿Kurt? Lo siento, aquí no hay nadie con ese nombre

-Entonces, ¿podría ayudarme con algo de comer? Acabo de llegar y llevo horas caminando, no tengo dinero y...

-Por supuesto. Sígueme. Y después de comer puedes ducharte, tomar algo de ropa que tenemos de parte de la gente que nos dona para los migrantes y descansar en nuestro albergue

-Gracias. Padre... ¿hay alguna manera de poder conseguir una computadora por aquí?

-Sí, claro. El dueño de la cafetería de enfrente es amigo mío. Dile que vas de mi parte y que te preste una

-De acuerdo, gracias.

Estaba por anochecer pero el señor Jackson le dio permiso media hora más en la computadora del cibercafé; después de todo, esa chica se veía muy maltrecha y fuera de sí cuando llegó al entrar esa tarde. Por más que buscaba no encontraba a nadie conocido por la red, era como si todos hubieran desaparecido.

Llegó la hora de cerrar y tuvo que marcharse al albergue a descansar. Sabía que la falta de sueño podía minar sus poderes de manera considerable; mañana sería el inicio de la destrucción.

Despertó y se vistió rápidamente para dirigirse al lugar donde todo ocurriría. Como no tenía forma de llegar como lo hacía con su "familia", tuvo que tomar el metro; cuando de pronto, ahí en lo subterráneo, sintió la tierra vibrar... había comenzado la batalla.

Salió al exterior y vio a los Leviatanes y a los Chitauris surcar el cielo y fue el momento de actuar. Subió por uno de los edificios para alcanzar alguna nave que sobrevolara la ciudad, vio al hombre del traje metálico y supo que era su oportunidad: saltó a sus pies y con ambas manos se sujetó a él, tambaleándose y esquivando las ráfagas que aquel enorme monstruo les lanzaban.

-¡Qué carajos..! ¡Bájate inmediatamente, vamos a caer!

-¡No voy a soltarte, Stark! Llévame con los otros

Cuando llegaron donde los otros 5 Vengadores esperaban a Iron Man, la chica cayó y rodó hasta donde se hallaban.

-¡¿Quién es ella, Tony?! Tiene que irse pronto

-No lo sé, Thor... se enganchó a mis pies. ¿Qué rayos te pasa?

De repente, las tropas chitauris los rodearon y ella, apenas al darse vuelta, con movimientos de sus manos a lo lejos, comenzó a exprimirles las vísceras y el corazón, sacaba los ojos de las órbitas y explotaba los pulmones de aquellos repugnantes seres del exterior. El Capitán América, sin salir de su asombro, dio la orden:

-¡Vamos, ataquemos, no olviden lo que deben hacer!

-Cap, debemos cerrar el portal... así no podremos vencerlos nunca -espetó la pelirroja

-Muy bien Romanoff, encárgate. Y Hulk... aplasta

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