Capitulo 01.

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La guerra llevó a muchas familias dejar sus hogares, algunas se separaron, otras se unieron.

Los Agreste fueron unas de las primeras familias en abandonar Francia, ellos pertenecían a la gran aristocracia parisina y en cuanto las cosas se volvieron difíciles, se exiliaron a Londres, allí su estatus y dinero no les sirvieron, las cosas eran muy distintas, eran franceses, y ahi los franceses no tenían importancia por más poder que manejarán. Tuvieron que insertarse en la sociedad como comunes, Charles Agreste, tuvo que trabajar en una de las grandes fábricas londinenses, mientras que la señora Loraine se quedo en casa cuidando de su hijo. Ambos odiaban esa vida, pero sabían que era mucho mejor que haberse quedado en su amado país.

Las noticias llegaban a la región insular, y todo lo que era referido con el país tricolor, era penumbra, la aristocracia había sido disuelta, algunos huyeron, otros fueron capturados por el temible ejército alemán, las familias de bajos recursos se morían de hambre o enfermaban, solo un escaso numero logro escapar, huyendo por el Sena, desembocando en océano abierto.

En este caso nos remitimos a la familia Sancoeur, ellos forman parte de las familias más pobres de París, la señora Margot y su esposo Carl lograron huir con su pequeña hija de apenas unos meses, en una balsa que esperaba a una familia que jamás llego, seguramente habían sido capturados, sin pensarlo más se subieron y navegaron por el Sena hasta llegar al océano y ahí con suerte llegar a un lugar mejor, en donde pudieran estar seguros y re hacer su vida, deseando que nada malo les pase a partir de ahora.

Gabriel Agreste era un muchachito bastante retraído, su madre a pesar de que ahora eran humildes, lo siguió criando con las normas estrictas de una familia de clase, él odiaba eso ya que le limitaba muchas cosas, como por ejemplo jugar con el resto de los niños e ir a la escuela, su madre decía que ella y su padre, el cual se la pasaba en la fabrica porque trabajaba dos turnos, podían educarlo.

Por su parte la pequeña Nathalie Sancoeur creció en una vida llena de amor y lujos, su familia había logrado conseguir trabajo en las fábricas de Londres, ganando un buen sueldo y dejando atrás la vida de pobres, si bien no eran millonarios, las carencias que habían tenido en el pasado ya no eran un problema.

Quince años después de la fatídica guerra, las cosas en Francia se habían calmado, pero ningunas de las familias pensaron en volver, estaban muy bien en donde estaban, y temían que otra invasión Alemana pueda suceder, teniendo que huir otra vez, y ninguna quería eso. Para ese año, el gobierno del reino unido, liberó una circular en donde decía que a partir de ahora era obligatorio que todos los niños y niñas tanto nativos como extranjeros debían asistir a la escuela intermedia para después poder estudiar en una universidad de letras.

Los Sancoeur estaban felices, ya que su niña podría asistir a la educación media, y luego ir a la universidad de letras para tener un futuro mucho mejor del que sus padres podían darle.

Los Agreste estaban odiados, ahora su hijo debía asistir a una escuela mundana rodeada de gente corriente que podría corromperlo o incentivar ese deseo corriente que el joven tenia de relacionarse.

A pesar de todo, el gran y ansiedo día llego, Gabriel tenía puesto unos pantalones rojos, una camisa blanca, una chaqueta color beige, y unos zapatos marrones, agarro su bandolera violeta oscuro, saludo a sus padres y salió de su casa, iría caminando, el instituto no estaba lejos, además de que le encantaba ir a pie, ahí podía saludar a los vecinos, ver el paisaje y llenarse de inspiración, hace unos meses había descubierto la pasión por diseñar; a su mente venían miles de ideas para confeccionar, su más grande sueño, en secreto, era graduarse para poder conseguir una beca en el mejor colegio de costura que tenía el mundo, y algún día ser el mejor diseñador de todos los tiempos. Sumido en sus pensamientos e ideas, no se había dado cuenta que estaba yendo en dirección a una chica, que se encontraba parada hablando tranquilamente con su mejor amiga, este chocó con ella y la tiro al suelo, desparramado sus libros y mochila.

─¿Acaso no ves por donde vas?─ bufo una castaña acercándose hasta su amiga, la cual sobaba su cabeza

─Lo siento venía distraido─ se disculpo el joven tomando los libros que estaban en el suelo

─Tranquilo; Clare puede ser algo intensa─ se levanta y mira al chico que estaba detrás suyo, quedándose hipnotizada con su belleza, parecía un ángel caído del cielo

─Prometo que no va a volver a pasar; suelo ser distraído cuando salgo─ le entrega los libros y la mira directamente a los ojos, sus mejillas se tornan rojas, había sentido un cosquilleo recorrerlo

─N~No ha~ay problema─ contesto agarrando los libros, rosando levemente su mano con los dedos del contrario

─Soy Gabriel─ se presentó llevando su mano a su nuca para rascarla nerviosamente

─Nathalie─ réplica ─Un gusto Gabriel, ten cuidado al caminar─ sonríe

El muchacho no responde nada, desvía su vista y se aleja para ingresar al edificio en donde hoy empezaba a estudiar, huyó como un cobarde puesto que su cabeza se quedo en blanco, esa chica era demasiado hermosa, y por primera vez en su corta vida, nada pero absolutamente nada se le había ocurrido para decir.

─¿Acaso va a estudiar aquí?─ se quejo Clare con desprecio

─Seguramente es de los que no estudiaron nunca y tiene que venir obligado─ suspira ─¿Escuchaste su acento?, seguro es francés como nosotras─ comento con una sonrisa boba en su rostro

─Si, lo note, pero jamás lo había visto, sin dudas no es de nuestra comunidad─ hace una pausa ─¿Y si es de los ricachones?

─No. . .ningún rico podría tratarnos bien─ suspira ─Ya sabes como son

─Es cierto, más con eso de que aqui no los toman en serio. . .

Las dos amigas rieron y entraron en la institución, felices de poder compartir un año nuevo de clases, solo esperaban que como siempre siguieran juntas o no sabrían que hacer la una sin la otra.

Miraculous: Las vueltas de la vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora