La llamada

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La llamada

-Deja de morder el bolígrafo - gruñó Natalia sentándose en la silla dispuesta al otro lado de la mesa -. Me pones nerviosa.

La bielorrusa se estiró para arrebatarle de las manos el bolígrafo al español. Él giró su cuello para mirarle con el ceño ligeramente fruncido, intentando estar enfadado, pero no sintiéndose capaz de enfadarse con la chica que se encontraba enfrente de él.

-A las chicas de la oficina les gusta tu culo - comentó despreocupada la chica de pelo platino jugueteando con el bolígrafo sin esperar a que el moreno dijera algo -. Y creo que a alguno de los chicos también.

- ¿Y eso a que viene? - preguntó Antonio esbozando una suave sonrisa sobre sus labios.

-Nada, es para que sepas que si quieres intentarlo con alguien tienes a todos los de la oficina centrados en ti. Menos a mí, obviamente, yo soy demasiada mujer para ti - Natalia se rio antes de colocar sus pies en el borde del escritorio, aun con sus manos amenazando con romper el bolígrafo azul que tenía entre sus dedos –. No vas a ser el nuevo durante mucho tiempo, aprovéchalo.

El español no pudo evitar sonreír de medio lado, en lo que llevaba trabajando en la editorial Natalia era la única que se había acercado a él para hablarle de algo que no fuera trabajo y gracias a eso ya se sabía la mitad de la vida de la bielorrusa y parte de la vida de todos los trabajadores de la oficina. Al parecer la chica de ojos azules iba detrás de Eva, aunque lo intentase ocultar, era bastante obvio por como la miraba.

-Y cuenta, ¿qué tal tus paseos con el jefe? - Natalia abandono el bolígrafo sobre la mesa tras aburrirse de él - ¿Él también es uno de tus pretendientes?

-No solemos hablar de nada- contestó Antonio.

Él ignoró la última que había hecho, porque decirle a Natalia que en realidad a él le gustaba Govert podría terminar siendo un error considerando que aún estaban en la oficina y que Antonio no sabía como reaccionaria la chica. Por muy bien que se llevase con la bielorrusa, Antonio debía admitir que tendía a ser imprevisible.

-Mejor para ti - dijo Natalia -, Govert tiene fama de alejar a todo aquello que se acerca demasiado a él, por eso nadie habla con él si puede evitarlo. Bueno, por eso y por otras cosas.

En los días en los que Govert le había llevado a casa nunca habían intercambiado más de cinco palabras. Solo el típico "gracias" de Antonio cuando lo dejaba en frente al edificio donde estaba su piso y los gruñidos del más alto o el silencio con el que le contestaba cada vez que Antonio intentaba hablarle de cualquier cosa. Los viajes en coche eran silenciosos y a veces incómodos. La radio holandesa 3FM era la protagonista siempre.

-Ya, bueno, si no hablas con él y lo evitas nunca sabrás hasta qué punto esa fama es verdad- dijo el moreno provocando que Natalia le mirase y pusiera los ojos en blanco.

-No me interesa conocerlo, ya tengo suficiente con aguantar a Toris.

Antonio se rio suavemente consultando la hora.

-La oficina está a punto de cerrar y Govert va a salir en cualquier momento de su despacho - le informó el moreno apagando el ordenador y alineando los papeles que tenía desparramados por el escritorio, colocando un clip en la esquina.

- ¿Y?

-Como Govert te vea con los pies sobre la mesa tal vez no te vea mañana.

La mirada de Natalia se clavó en sus propios pies y soltó un suspiro bajándolos del escritorio.

El Lago De Los Nenúfares (NedSpa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora