La última decisión

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Cuando Kanao tenía 5 años, una marca roja y luminosa apareció en su brazo.

Había escuchado de las personas que la rodeaban que esto no era más que una molestia. Que los únicos que realmente conocían la felicidad de las almas gemelas eran aquellos que podían darse el lujo de vivir una vida cómoda, porque el trato de conocer a tu alma gemela no siempre significaba felicidad.

A lo mucho, podrías conocer a tu alma gemela un segundo antes de morir en los barrios bajos.

Kanao había escuchado varias historias de distintas personas, pero incluso sin ellas, sabía que las almas gemelas no siempre eran buenas.

Como por ejemplo, su padre.

Su padre le pegaba a su madre a pesar de que se supone era el amor de su vida y luego le pegaba a ella, la tiraba a la calle y la dejaba ahí por tres días antes de que le volviese a permitir entrar a la casa.

En la calle hacía calor de día y su garganta le dolía ante la sed. En la noche el frío era insoportable y sus dientes sonaban con cada paso de la brisa nocturna.

A veces creía que las moscas se burlaban de ella. De su miedo constante, de la ansiedad que la consumía por dentro cada vez que alguien lloraba. Colocaban a uno de sus hermanos al agua fría y después tenía que observar su cadáver lleno de las repugnantes moscas que se paseaban por su propia cara.

Es por eso, que cuando su marca apareció no le dio importancia. No tenía tiempo para preocuparse por ello, pero luego de unos momentos esta brillo fuertemente y una ráfaga de energía recorrió su cuerpo.

Su corazón se aceleró ante la extraña sensación que hizo que sus vacíos ojos titilaran por un momento.

Por un segundo se preguntó que era aquello y luego recordó que al tocar la marca, las emociones se transmitían por ella.

Las campanas de alarma resonaron fuertemente en su cabeza al comprender lo que había pasado.

Si hubiese tenido algo dentro de su estómago, probablemente hubiese vomitado de la culpa.

¿Cómo podría hacer algo tan cruel como intercambiar la felicidad de su alma gemela por su sufrimiento?

No había manera alguna de que ella pudiera hacer eso, sin sentirse peor de lo que ya se sentía todos los días.

Se prometió a sí misma jamás volver a tocar su marca.

Ese fue la última decisión que hizo por sí misma, antes de que sintiera que algo se había cortado dentro de ella y se volviese completamente indiferente hacia todo lo que la rodeaba.

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